martes, 28 de noviembre de 2017

La fuente de Lezkairu (Ujué)



Domingo, 26 de noviembre de 2017


Hoy vamos a caminar por la sierra de Ujué, cerca de la muga con Murillo del Fruto. 
El amigo Sergismundo me pasó entusiasmado un whatsapp comunicándome que había encontrado la fuente de Lezkairu en Ujué. 
Después de haber indagado en el blog de Mikel Burgui, se había dado alguna vuelta sobre el terreno y no conseguía dar con ella. 
Hasta que un día... ¡la encontró!
Nosotros, contagiados por ese entusiasmo, guardamos la ruta pensando utilizarla lo antes posible. 
Y hoy es el día. 


Aparcamos junto al desvencijado cartel anunciador del sendero SL-NA 179 A Tres Mugas. Son las 08,50 horas
El cielo está muy nublado en el N. y con grandes claros en el S. El coche marca 5º y los molinos agitan sus aspas empujados por el suave cierzo. 


Por Santa Cecilia (22 de noviembre) nieve hasta la rodilla, por Santa Catalina (25 de noviembre) la nieve se avecina. 


Un camino amplio nos conduce hacia el monte. La larga y estrecha pieza de la dcha. lo separa del río Aragón. 
En diez minutos estamos en La Oliveta.


El lugar está solitario. A lo lejos se escuchan ladridos de perros y, de vez en cuando, algún tiro suelto. 


Una amplia curva nos lleva hasta un pequeño paso de hormigón en el cauce del barranco Lakumatalu. Las frondosas orillas ocultan el agua, que en los sombríos nos parece gélida. 
09,15 horas. Corral de Joaquín Arana.


En ruinas, como casi todos, deja ver sus pilares y muros desnudos expuestos a la lluvia y al sol. 
El camino continúa entre dos sembrados que comienzan, tímidamente, a verdear. 
Entramos en otra zona de bosque bajo para salir, de nuevo, a otra pieza. 
La vista del fondo nos hace detenernos. 


Ujué, iluminado por el sol, se alza sobre los cerros como un vigía en tensión.
Volvemos al monte bajo y llegamos a una pequeña madeja de caminos. Tomamos el desvío de la izda. para acercarnos al Corral de José Marín. 


Está bien conservado. 
Damos una vuelta entre las construcciones y encontramos lo que había marcado Sergio. 



Una pequeña abejera de piedra, con su cesto de mimbre.



Una verdadera joya que alguien ha tenido el gusto de conservar. 
Descendemos hasta el barranco y por su orilla avanzamos lentamente entre la abundante vegetación que se aprovecha del agua cercana. 
09,50 horas. Fuente de Lezkairu. 

Fuente cuyas aguas se decía que tenían propiedades curativas, y en la que desde la antigüedad se seguía la tradición de Sanjuanarse. (La gente bajaba a ella la noche de San Juan a lavarse la cara y manos para curar enfermedades cutáneas). 

Según el blog: "Su fama era tal que en el Diccionario Geográfico de España de la Real Academia de la Historia del año 1802 se menciona esta fuente, diciendo que produce buenos efectos en varias enfermedades". (Sergismundo en Wikiloc)



Escondida y sencilla. No tiene caño. Pero de su pequeño pozo, lo observamos con atención, vemos manar el agua. 


Nos quedamos un momento disfrutando al imaginar la reacción de Sergio cuando, por fin, la encontró. 

Esta era la tercera vez que intentaba localizar la fuente (las dos primeras en 2015), ya que se encuentra al lado del barranco y desde que ya no vive nadie en el cercano Corral de José Marín, la zona se encuentra llena de carrizos y zarzas y era casi impenetrable. 
Sin embargo hoy, debido al tiempo tan seco, y a que alguien más se ha acercado a la fuente, hemos conseguido localizarla y probar sus aguas. (Sergismundo en Wikiloc)


Por una ladera corta pero pronunciada, subimos a un sembrado y lo orillamos. De este modo evitamos volver otra vez por la hierba húmeda y fría del barranco. 
10,00 horas. Es hora de reponer fuerzas. 



Aprovechando un carasol al lado del Barranco de Lezkairu, hacemos una parada. El lugar, aunque agradable, está frío. La proximidad del agua y el suave cierzo no permiten una parada demasiado larga. 
Salimos hacia el bosque. 


Por una senda escondida, que luego se convertirá en camino, subimos despacio disfrutando de otro paisaje. 
El boj y los robles han sustituido a las encinas y los enebros. 
Disfrutamos de este entorno insólito. 
Cuando llegamos arriba, la vegetación ha cambiado: Pinos, chaparros y encinas compiten con los enebros y las ilagas. 


Por camino viejo, entre piezas y monte bajo, avanzamos hacia la última construcción. 
10,45 horas. Corral de Domingo Ibáñez. 
Hace unos años, haciendo otro itinerario, estuvimos aquí e hicimos la parada del almuerzo. 



Nos sorprendió mucho un pequeño túmulo, con flores y luces artificiales, que daba la impresión de un enterramiento. Mikel Burgui nos sacó de nuestros temores contándonos que lo que había allí eran las cenizas de algún difunto de la familia propietaria del corral. 
El lugar permanece como lo recordábamos.



El pozo de grandes dimensiones. 



Y los asientos para poder contemplar desde esa altura todo el valle y el monte que cierra el horizonte. Ya le he pedido a Sergismundo que plantee un recorrido por allí. 



El corral está también en ruinas. 




Nos acercamos hasta una señal superviviente del SL y descendemos a una pieza que orillamos, para salir al camino que hemos tomado por la mañana y llegar al coche. 
La vuelta la hacemos por Ujué. Este recorrido está en medio de la nada. Lejos de Murillo y de Ujué, pero es muy interesante. Cómodo y fácil. 
Cuenta además con el atractivo de visitar la fuente de Lezkairu y una multitud de corrales, que dan idea de cómo era la vida de antaño en este enorme término municipal. 

Este es el enlace del recorrido de Sergismundo que hemos seguido nosotros hoy. 



lunes, 20 de noviembre de 2017

El monte del Conde



Domingo 19 de noviembre de 2017


"Es increíble que a 6 kilómetros de Tafalla se pueda andar tanto rato sólo por senda." 

Con este comentario en Wikiloc de Sergismundo, ¿quién se resiste a dar una vuelta por el Monte del Conde?

La mañana está fría. En el cielo azul blanquean las estelas de los aviones. En el coche, el termómetro avisa que vamos a salir a 2º bajo cero.


Aparcamos a poco menos de dos kilómetros del Maño, en la carretera de Olleta.
En la cuneta, un cartel informa de la reserva natural por la que vamos a caminar.

Son las 08,20 horas. Nos abrigamos convenientemente y entramos en el bosque. 

De mitad de noviembre en adelante, el frío es constante

Por la orilla de una pieza encontramos un camino que nos desvía a la dcha. Nos adentramos en él y llegamos a una de las pozas del río de Sansoain. 


A pesar de la sequía, todavía queda agua en los remansos. 
Volvemos a nuestra ruta y continuamos ascendiendo. 


El frío es intenso. La rosada cubre los claros dando una tonalidad blanquecina a la mustia hierba. 
Pronto el camino se convierte en senda que asciende suavemente hasta llegar a la muga de Sansoain y Pueyo. 
El sol se esfuerza en calentar los tramos despejados. 
En la sombra, a pesar de los guantes, las manos sufren el rigor de la mañana. 
Por senderos estrechos y a veces confusos, vamos subiendo hasta divisar el Caserío de San Lorenzo. 


Desde su soledad, domina el valle.
Seguimos subiendo.


Las ruinas de un corral forman una pequeña muralla que inmoviliza a Vera, la galga, que piensa "qué harán aquí estos chalados de dos patas que me han metido en esto". 


Por una ladera de tierra, subimos hasta llegar a una pequeña, y bien conservada, cabaña redonda. 
10,15 horas. Antes de cruzar un sembrado que lleva hasta un camino blanco, aprovechamos unas grandes piedras para sentarnos y echar un bocado. 


Al llegar a la pieza, divisamos Sansoain. 
El pueblo, en su cerro, se alza orgulloso. La iglesia y el complejo hotelero del Coto destacan sobre el caserío apiñado en la ladera. 
El camino blanco continúa, pero nosotros nos desviamos a la dcha. para bajar a San Lorenzo. 


La esquilas de los caballos resuenan entre el arbolado. 
El sendero es agradable. 
Las encinas, robles y chaparros conviven con los escaramujos y el boj. 
El suelo está muy pisado. 
Al doblar una curva descubrimos por qué. 
Los caballos pacen en libertad y ocupan todo el camino. 


Nos miran con extrañeza y permanecen inmóviles. 
¨¡os, os!, gritamos mientras agitamos los bastones y... perezosamente, mueven sus enormes moles hacia la ladera. 
La senda se convierte en camino y llegamos al caserío de San Lorenzo. 


Hay un vehículo aparcado, pero no vemos a nadie. 


Junto a la balsa, nuestro recorrido continúa en descenso hasta llegar a una viña emparrada. 


11,30 horas. Fuente de Orrocegui. 

Una vez abajo, después de pasar por el Caserío de San Lorenzo, llegamos a la Fuente de Orrocegui. No sé qué tienen estas fuentes de Pueyo que nunca se secan. (Sergismundo en Wikiloc)


Pueyo vigila desde su atalaya. 
El camino continúa, pero nosotros giramos a la derecha y nos adentramos en la zona de las palomeras. 


El pinar convierte el paisaje en un lugar mágico.
Casi sin darnos cuenta, nos encontramos ascendiendo por sendero estrecho. 


Pasamos por una palomera y, unos minutos después, por otra. 
La senda desemboca en una pieza; la bordeamos y salimos al camino que hemos tomado por la mañana. 
Descendemos y, en unos quince minutos, salimos a la carretera.
12,30 horas. El sol ha conseguido, tibiamente, imponerse a la helada. 
El buen sabor de boca que nos ha dejado el paseo nos hace soñar con más caminos y senderos por este bosque tan maravilloso y tan cercano.