jueves, 26 de enero de 2017

Invierno en Patuca





Domingo 22 de enero de 2017


Primera excursión del año. Las navidades y la gripe nos han mantenido apartados del campo. Necesitábamos salir a caminar. Ya estamos en enero y nos habíamos prometido no pisar la zona quemada hasta después de la navidad, por eso hoy vamos a subir hasta Valdetina y echar un vistazo a todo aquello. 
El año pasado no fue solamente malo por el desastre mendioambiental para nuestra comarca, también el cierre de Ahora Zona Media ha supuesto una pequeña-gran catástrofe para recibir la información más cercana. 

Son las 08,00 horas. Magán marca 5º. El día está despejado. Sopla un suave pero cortante cierzo que obliga a salir abrigados. 

Por San Vicente (22 de enero) castañean los dientes. 

Subimos por las calles del casco viejo hasta el aparcamiento del Centro de Salud. 
El panel indicador del Paseo de Valdetina nos espera a la izda. del camino. 



Bien conservado, es un ejemplo a seguir para la inmensa mayoría de los carteles que nos encontramos en nuestros paseos. 
La cuesta que asciende nos lleva hasta el campamento de yurtas. Varios coches están aparcados en la entrada. 


Las tiendas, en esta mañana fría, ofrecen una imagen cofortable, mientras en un corral cercano un gallo se desgañita inquieto por nuestra presencia. 
El camino desciende suavemente. 



En la orilla, del caño que baja agua de alguna filtración del canal, el hielo ha formado una masa blanquecina y rugosa.


08,50 horas. A la dcha. del camino, en el interior de un enorme bardal, las ruinas del caserío de Osés están sepultadas desde hace años. Por la orilla de la pieza subimos a echar un vistazo. La vegetación cubre el montón de piedras que se adivinan entre zarzas y matojos. Volvemos al camino.

29 de septiembre de 1761. Joseph Zaratiegui, vecino de esta ciudad, declara y manifiesta que el día martes, contados veintidós del corriente, a lo que serían las seis de la tarde, cogió en viña de propia de dicho Zaratiegui sita en la Pedrera, a Bernardo Sanz, alias el Jaque, y a Santiago Esquíroz, cogiendo uvas. (Fernando Maiora)(Tafalla del Reino de Navarra).



Diez minutos más tarde estamos en la Balsa de Patuca. Su superficie está completamente helada. Caminamos por su orilla hasta llegar a las zarzas donde dicen que se encuentra un pozo profundo. 
Hace casi un año solicité al Ayuntamiento que se limpiara esta balsa. A día de hoy no he recibido respuesta. 
Seguimos camino adelante hasta el cruce  donde se encuentra la Balsa de los Ricos. 
Las marcas del Sendero Local indican dirección E. para subir a la Gariposa. 
El ancho camino pronto se convierte en senda. Un paraje precioso que ahora está completamente calcinado. El suelo se está cubriendo de hierba y los renuevos de los chaparros comienzan a brotar, pequeños y temblorosos, como si estuvieran aterrorizados por el recuerdo del verano. 


09,30 horas. Corral de la Gariposa. El panorama no puede ser más desolador. El fuego pasó con fuerza por el cerro y quemó todo lo que se le puso delante. 
Los maderos que sujetaban el tejado ardieron y toda la cubierta se hundió. 
No ha quedado mas que una viga de hormigón, solitaria y orgullosa, sosteniendo un tejado imaginario. 


El suelo está lleno de cascotes de tejas y piedras. Los maderos calcinados ofrecen una imagen lastimera que son como un grito desgarrador. 
Bajamos hacia el camino de Valdetina. 
Encinas y coscojas quemadas, basura escondida en la vegetación que ahora se deja ver, y el silencio... sin pájaros, sin vida. 


En el camino que sube hacia la fuente los charcos están helados. Con los bastones rompemos la superficie y el grosor es considerable. 
10,20 horas. Fuente de Valdetina. 


El cerro que está enfrente de la bolsa tiene un color negro, tenebroso. Las llamas ahí también entraron con fuerza. 
Nos sentamos en la mesa de obra. La mañana sigue fría. Sacamos el almuerzo y reponemos fuerzas. 



En la fuente, los dos caños arrojan unos débiles chorros de agua que si no vienen pronto las lluvias, poco a poco, desaparecerán.  
Volvemos para casa por el mismo camino. El día sigue desapacible. 
Los campos, conlos intensos fríos de estos días, están aletargados, como encogidos. 
Por el barranco de Valdetina el agua, escasa, a veces lleva un rumor tenue, buscando con prisa el cauce del Cidacos. 
11,30 horas. Presa de Recarte. 


El agua consigue saltar, suave y sin fuerza. El río está triste, apagado. 
Es tiempo de invierno. En los Jardines los plátanos podados, extienden sus brazos hacia lo alto como si suplicasen la llegada de la todavía lejana primavera.