lunes, 19 de diciembre de 2016

Por los montes de Leoz



Tafalla, 11 de diciembre de 2016

Hoy nos vamos a Leoz. Tafalla sigue sumergida en la niebla y la Valdorba siempre ha sido una escapada segura. Esperemos que allí luzca el sol. 
Son las 08,00 horas. Magán marca 4º. La niebla, aunque no es muy espesa, ha humedecido las calles como si hubiera llovido.

Dias de diciembre, días de amargura, apenas amanece ya es noche oscura. 

Con el coche salimos de Tafalla. En las inmediaciones de Pueyo, el día está despejado. 
A las 08,30 horas aparcamos en Leoz y esperamos a Damián, que aparece enseguida por una calle lateral. 



En la parte baja del pueblo salimos a la dcha.  
El camino es una pista blanca. 
Va ascendiendo lentamente junto a estrechos campo de labor. El río Leoz baja oculto entre los árboles. 
Los robles, bojes y enebros en la orilla del camino nos acompañan todo el trayecto.


Unas matas, repletas de arañones, llaman nuestra atención. Los frutos, maduros y limpios, han resistido a la caída de la hoja. 



La Higa de Monreal, hermosa e imponente, aparece entre los árboles.
Continuamos ascendiendo.


Llegamos al final de una isleta y cruzamos una pieza labrada. Evitamos el barro pisando la tría que ha dejado un tractor. 



El terreno en el que nos movemos ha cambiado. Nos introducimos en el bosque y pasamos junto a una palomera que tiene una altura espectacular. 
Cruzamos un par de puertas metálicas y salimos a terreno más despejado. 
La subida se hace por un camino cercado. 
A nuestra izda., al otro lado de la alambrada, divisamos el panel panorámico del recorrido de Iturrizikin que sale desde Iracheta. 
A nuestra derecha las vistas son únicas. 



La Peña de Izaga parece flotar entre las nieblas. 
El minúsculo punto de su ladera se convierte, por la magia de los prismáticos, en la ermita de San Miguel. 



A su izda., la Higa, se ha sacudido la niebla de sus pies y aprovecha el sol invernal para caldear su ladera. 

Espoz y Mina en la Valdorba. (...) Pero lo suyo era la escaramuza, el grupo pequeño, las llamadas "partidas". Aparecer y desaparecer; silencios y gritos ensordecedores. 
Sendas, atajos, vados y cañadas era conocidos para él como las palmas de sus dos manos. Sorprendiendo siempre a convoyes de ropa, alimentos, comida, cañones, ... y enseguida, desparecer (...) (P. M. Flamarique)(Historias, sueños y leyendas de la Valdorba)

10,30 horas. Ekisoain (1.071 m). 




En la base de un molino, a falta de buzón, alguien ha escrito el nombre y la altitud.
En un coche aparcado cerca, un guarda de seguridad nos toca la bocina. Nos acercamos y amablemente nos indica que, si vamos a seguir en dirección N., tengamos cuidado porque están hanciendo batidas al jabalí. 
Nuestro recorrido vuelve por otro camino en sentido opuesto. 


Cerca de unos hermosos acebos, encontramos un lugar cómodo y abrigado para echar un bocado. 
Hacemos la vuelta hasta las puertas metálicas por el mismo camino. Después, tomamos un desvío a la dcha. y continuamos bajando. 


El bosque es de pinos. Los bojes y enebros cobijan entre la hojarasca multitud de setas. 
Juanjo y Damián caminan por las laderas y encuentran un setal de níscalos. No son muchas pero están sanas. 
A nuestra izda. el barranco de Escarain desciende juguetón entre las rocas y, en un punto del camino, hay que cruzarlo, lo que nos pone en un pequeño aprieto. 
Los bastones y las piedras consiguen que lo superemos sin dificultad.
Una puerta metálica permite salir a la carretera. 
Caminamos poco más de un kilómetro y llegamos al pueblo. 
El monte de Leoz es uno más de los interesantes parajes naturales que tenemos casi en la puerta de casa. 
Merece la pena hacerle una visita. 


En este enlace se puede ver el recorrido de hoy.






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