martes, 29 de abril de 2014

Un artículo de Los Doce en la revista Ronda Iberia




Este artículo fue publicado en la revista La Voz de la Merindad nº 282 de fecha 15 de Abril de 2014. 

En 1981 mi primo Carlos Bellostas volaba a Panamá. Tomó una revista del bolsillo del asiento y se puso a hojear distraídamente una que se llamaba  Ronda Iberia. Su sorpresa fue mayúscula al encontrar un artículo en castellano y en inglés del viaje de la Hermandad de Los Doce a Ujué.
A 11.000 metros de altitud, sobrevolando el océano, su corazón se aceleró al reconocer en las fotografías a sus paisanos y “devoró” el texto que le hacía sentirse como en casa.
Se hizo con varios ejemplares y los trajo a Tafalla.
Este es el artículo publicado en dicha revista en Mayo de 1981. A pesar de contener algún dato inexacto, su publicación ha llevado la historia de nuestra Hermandad por todo el mundo.
El texto es de María Ángeles Sánchez y las fotografías de Rafa Rubio.


“A don José Menéndez le temen todos, incluso los más jóvenes. A él corresponde, por ser el penitente de mayor edad, marcar el ritmo de la peregrinación que cada año, a las doce en punto de la noche del 30 de Abril, se inicia en la iglesia de Santa María de Tafalla (Navarra). Justo doce horas después termina esta romería penitencial, tras haber llegado al santuario de Ujué -a 17 kilómetros- y oído, aproximadamente a las cuatro de la madrugada, una solemne Misa ante Santa María de Ujué, a la que profesan gran devoción todos los navarros y, en especial, los de la hermosa comarca de la Ribera.


         Don José tiene setenta años y desde hace cuarenta toma parte en esta romería, conocida con el nombre de los “Doce Apóstoles”; aunque son muchos los que van acompañando, la Hermandad elige a los doce que irán en “activo”, vestidos con túnicas y capillos negros, ceñida la cintura por un cordón y con un farolillo en la mano. Don José, “romero viejo”, sabe que “si no llevo siempre el mismo ritmo, me agoto inmediatamente”. Y debe de marcarlo inicialmente a una gran velocidad, a pesar de sus años, ya que más de un penitente, cuando termina el compromiso de guardar silencio, se lo recrimina exhausto.


         Casi cuatro siglos de antigüedad, al menos, tiene esta romería, según está recogido según está recogido en las actas que se conservan desde 1607; sin embargo, su origen es anterior, pues existía un primer libro de la Hermandad, que se perdió. El secretario, inmediatamente después de terminar la peregrinación, levanta acta de su desarrollo, por lo que la historia de los “Doce Apóstoles” se puede seguir con toda fidelidad. Sólo tres años, desde 1607, ha dejado de celebrarse y los hermanos recuerdan ahora con orgullo que ni la invasión francesa, ni durante la Primera  y la Segunda República, se pudo impedir que cumplieran su secular promesa. Según figura en una de las actas de la época, en tiempos de la invasión francesa los penitentes salieron armados con espadines, dispuestos a hacer frente a cualquiera que tratara de impedir llegar hasta el santuario de Ujué; durante la Segunda República, la romería, en lugar de iniciarse en la iglesia de Santa María, lo hacía en el cementerio, para pasar más inadvertidos.



ROMEROS MOTORIZADOS.


         En la actualidad, unas sesenta personas componen la Hermandad de Esclavos de Santa María de Ujué (que estuvo, en su origen, formada por sacerdotes). En la peregrinación participan unos veinte hombres: los doce elegidos por la Hermandad, que han hecho promesa y deberán salir durante diez años consecutivos o no; cuatro de reserva , por si alguno de los anteriores se pusiera enfermo; el cura párroco y los “jubilados”, aquellos que cumplieron ya la promesa, pero que continúan peregrinando hasta Ujué, “mientras los pies me lo me permitan”.


         Y al que sus pies no se lo permitan, le cabe la siempre la posibilidad de hacer una promesa como la del señor Iribarren, importante industrial de la zona, que aunque nunca llegó a realizar a pie el recorrido, porque su salud se lo impedía, prometió estar siempre en Tafalla para participar en la peregrinación. Y allí va, todos los años, con su Mercedes, despacito, detrás de los romeros, recordando tal vez que ayer a estas horas estaba en Alemania, Italia o Estados Unidos, pero que esta noche, un año más, había podido cumplir su promesa. O como don Alberto, antiguo magistrado de Trabajo de Bilbao, devoto desde siempre de la Virgen de Ujué, cuya fe se vio acrecentada el día en que, por casualidad, miró debajo de su vehículo segundos antes de ponerlo en marcha y descubrió una bomba con dos kilos de goma-2. Miembro de la Hermandad, don Alberto ha participado siempre en la romería, pero hace unos años tuvo que dejarlo, porque se puso enfermo; a partir de entonces, se limita a acompañarla desde su coche, dispuesto junto a un miembro de la Cruz Roja Española a ayudar a los penitentes en todo lo que necesitan.


LA VIRGEN BLANCA


         Salen a las doce en punto de la noche, tras haber rezado en la iglesia de Santa María y encender su farolillo. A gran velocidad atraviesan las calles de Tafalla hasta que en las afueras, una vez pasado el puente y muy cerca de la estación, el pueblo despide a los penitentes. Allí, el cura párroco (que marcha durante todo el trayecto en cabeza, llevando en la mano un crucifijo adornado con flores) pronuncia unas palabras, alabando la fe de los romeros y animándoles en su empeño. Hasta llegar al santuario quedan todavía cuatro horas de caminar en profundo recogimiento -algunos de ellos, hasta no hace mucho, recorrían descalzos los 34 kilómetros-, durante las cuales los romeros se dedican a sus pensamientos, ya que no les está permitido hablar. Apenas Tafalla queda atrás, los penitentes se descubren y pertrechan con abrigos, gabardinas y jerseys para resguardarse del frío viento que suele acompañar a estas primeras horas del mes de mayo. En su peregrinar sólo atraviesan un pueblo, San Martín de Unx, cuyas calles completamente vacías ofrecen un impresionante aspecto.


         Y llegan por fin al santuario de Ujué, hacia las cuatro de la madrugada. Esta iglesia-fortaleza, dedicada a la Virgen Blanca o Virgen de Ujué, es un importante centro de peregrinaciones desde la Edad Media y hay quienes remontan el origen de la devoción a la Virgen de los tafalleses al año 1043, relacionándola con la batalla entre el Rey García de Navarra y los aragoneses coaligados. De cualquier forma, el primer testimonio escrito del voto de la villa de Tafalla -consistente en peregrinar a Ujué, todos los años- data de 1581 y, por lo menos, desde entonces, tiene lugar una multitudinaria e impresionante romería, que se celebra anualmente  el domingo siguiente a San Marcos (25 de Abril) y en la que participan también varios pueblos de la Merindad.



REPONEN FUERZAS


         Una vez ante su Virgen Blanca, los penitentes, cansados y satisfechos, escuchan una Misa solemne en la que se reza por cada uno de los hermanos muertos en el último año, yendo a comulgar por orden de antigüedad. Al terminar la Misa, la peregrinación parece cambiar de signo; el ambiente se distiende y los romeros acuden a un mesón cercano a la iglesia, en donde, aún de noche, les espera un buen desayuno que acompañan, cómo no, con las célebres “garrapiñadas” de Ujué. Apenas despunta el alba, hacia las seis de la mañana, emprenden el regreso. Ya no es preciso guardar silencio ni orden en la marcha; sólo a su paso por San Martín de Unx vuelven a colocarse por orden de edad, de mayor a menor, sin decir palabra.



Sobre las diez de la mañana, a tan sólo dos kilómetros de Tafalla, los penitentes se detienen a almorzar en un caserío; primero, una sopa para entrar en calor y después el caldero, que toman con envidiable y sano apetito. Es entonces el momento para cambiar impresiones entre amigos que sólo de año en año, con motivo de la peregrinación, vuelven a encontrarse. Al terminar la comida, como cualquier “peña” o “cuadrilla”, se paga “a escote”.


PROMESA CUMPLIDA


Con el estómago lleno, la marcha se hace más lenta. Los romeros, túnica negra y la cabeza cubierta por un capillo, ofrecen un severo e impresionante aspecto a plena luz del día. Cuando den las doce en el reloj de la iglesia de Santa María, en Tafalla, ellos harán su entrada. Un par de penitentes pasarán entonces a ser “jubilados”, terminando su promesa de peregrinar a Ujué durante diez años; para sustituirlos, la Hermandad ha recibido ya seis peticiones , algunas de las cuales tendrán que aguardar varios años.


Los tafalleses, que han salido a esperar a los “Doce Apóstoles”, abarrotan la iglesia, en donde tiene lugar un rezo final, en el que participa todo el pueblo. Después se reparte pan bendecido entre los romeros, que abandonan el templo con su túnica y capillo al hombro, rodeados de familiares y profundamente satisfechos. Jóvenes y viejos, campesinos, abogados o médicos forman esta Hermandad que cada año renueva su secular voto. A cada uno de ellos le impulsa un motivo diferente a la hora de emprender la marcha penitencial a Ujué. En la medianoche del 30 de Abril, durante las primeras horas del mes de mayo, cumplen la promesa que hicieron por haberse “librado” de ir a Canarias en el servicio militar, por haberse sanado un hijo que tenía enfermo o, simplemente, por devoción y gratitud a su Virgen de Ujué”.



lunes, 14 de abril de 2014

Volvemos a Porputiain






Domingo, 13 de Abril de 2014

Hoy es domingo de Ramos. Hay que dar la vuelta un poco más corta porque a las 12 es la procesión de la "burrica" y nos gusta participar. Juanjo me propone que vayamos a echar un vistazo a las fuentes de Porputiain. Estuvimos allí las pasadas navidades, pero las tuvimos que ver de lejos porque había mucha agua alrededor de la balsa y, además, los carrizos tenían una buena capa de hielo.
Son las 08,00 horas. Magán marca 11º y la farmacia 9º. El día viene bueno. Ahora hace fresco pero, al mediodía, el sol calentará haciendo que dejemos la ropa de abrigo en el armario.
Pasamos por Galloscantan y el Caracierzo de la Celada para cruzar la carretera hacia el Planillo. Es el mismo recorrido que hicimos hace quince días cuando fuimos a la Torre de Beratxa. 




Antes de entrar en el camino del Planillo, dudamos un momento si bajar hasta la Laguna y, orillándola, salir al Prado de Rentería.
Desechamos la idea. Nos podemos encontrar un buen barrizal junto a la valla que cierra todo el perímetro que nos haga perder el tiempo y la paciencia. 
En el último cruce de caminos tomamos el de la izda. que nos lleva al Prado.


Abandonamos el que lleva a Valditrés y bajamos por otro camino hacia el barranco que viene desde la Laguna.  




Las aguas que salen de la balsa bajan rectas; por eso, en una curva del barranco, se ha hecho una pequeña escollera para que, cuando bajen bravas, en las tormentas del verano, no se lleven todo lo que encuentren a su paso. 
Orillamos una pieza y siguiendo el curso del agua llegamos a la balsa de Ponputiain (Porputiain-Punputiain).




Son las 09,15 horas. Entre los carrizos amarillentos y duros aparecen las plantas nuevas. Pequeñas y verdes, pugnan por hacerse un sitio entre la maraña de tallos inclinados. 



Juanjo saca una hoz de la mochila y comienza a cortar un trozo de carrizal para que podamos observar la balsa. 
Es redonda y profunda. En la misma orilla hundimos el bastón hasta casi el mango. "Otro día traeré una caña de pescar y un peso -me dice- y haremos la medición en el centro de la balsa". 




Damos una vuelta alrededor de ella. El agua sale con fuerza y se cuela por debajo del suelo buscando el barranco de Valditrés. Luego, por el barranco grande de Candaraiz, llegará a Miranda para terminar en el Arga.



Junto a la balsa, una extensión de juncos y carrizos llama nuestra atención. Nos acercamos y descubrimos una pequeña hondonada que bien podría ser el resto de un antiguo manantío. ¿Estaremos ante una de las fuentes de Porputiain? No lo sabemos. 
Atravesando un pequeño cerro hacia el S. un camino, que muchas veces se convertirá en barranco, asciende entre ilagas y romeros. Subimos por él hasta que llegamos a dos rocas de yeso y paramos a almorzar.




En el O. la Torre de Beratxa se asoma tímidamente entre los pinos. Los campos cercanos están verdes, limpios y, detrás de los pinos que tenemos enfrente, se encuentra la balsa de Romerales.
Volvemos para casa. 
Tomamos el camino que sale hacia el E. 
Entre sembrados y pinares llegamos al antiguo vertedero de Romerales y salimos al asfalto. 






10,20 horas. Desde esta altura se disfruta de una vista extraordinaria de la Laguna. Una gran cantidad de aves se mueve por su superficie como si siguieran un código establecido. 

"Año 1737. En dicho día 12 manifiesto Pedro Balencia, guarda, que el jueves seis del presente, entre doce y una encontró cogiendo uvas en la manga de la ongarina al hijo mayor de Pericón que llaman, en una viña de la viuda de Fermín de Barasoain, del término de la Zelada" (Fernando Maiora)(Tafalla del Reino de Navarra)

Al llegar a la carretera seguimos de frente y ,nada más comenzar la Cuesta de la Calera, tomamos el primer camino a la izda. para bajar por la Cuesta de la Celada al camino de Falces. 
Todavía no han dado las 11 y entramos, por los "enredos", en el pueblo. 
El día está de primavera. En el atrio de Santa María seguro que ya hay críos esperando a que salga el paso de la "burrica". Es domingo de Ramos. 







lunes, 7 de abril de 2014

De San Bernabé a Alaitz



Domingo, 6 de Abril de 2014

De vez en cuando hay que salir de Tafalla para "ampliar horizontes". A Juanjo, que va y viene todos los días a Pamplona, le apetecía mucho subir a la ermita de San Bernabé en Unzué. 
Me bajé dos recorridos de Wikiloc. Uno corto, de unos 6 km para subir y bajar a la ermita y otro más largo, de 16 km visitando varias cimas de la sierra: Gorrontz, Carrascal y Alaitz. 
Son las 08,00 horas. Magán marca 12º y la farmacia 10º. El día está despejado y apenas anda aire. 
Con su coche, Rosa y Juanjo me recogen en la puerta de casa y salimos hacia Unzué. 

08,30 horas. Con un día tan bueno, ¿quién se resiste a no dar una vuelta larga por el monte? Decidimos que desde la ermita nos acercaremos hasta Alaitz. 
Nada más pasar la fuente de Arregia, una estrecha senda, escondida entre los bojes, nos lleva hasta la chopera del río. 



Lo cruzamos por un rústico puente de madera y salimos al camino ancho que comienza a serpentear hasta que, al llegar a un cruce, nos vemos obligados a tomar una sendero empinado. 
En el monte están haciendo limpieza. La maquinaria ha abierto algún camino ancho y los destrozos son inevitables.


En la ladera del monte ya es primavera. Las flores que llevan ese nombre han salido a mostrar a los paseantes su belleza y singularidad.  
Subimos despacio, saboreando el camino. Los robles y los bojes forman dos paredes verdes y juguetonas que se apartan agitadas para abrirnos paso. 



09,10 horas. Ermita de San Bernabé. Está cerrada. El edificio es, más que antiguo, viejo. Encajonado entre las rocas del picacho (estamos a 813 m de altitud) aguanta estoicamente los zarandeos que le da el cierzo. El santo lo tienen en el pueblo. El paisaje que divisamos desde aquí nos da una idea de lo que vamos a ver el resto de la mañana. 
Nos entretenemos un rato admirando el bocaje que se encuentra a nuestros pies. Es uno de los más importantes de Navarra. 


Bajamos por la misma senda y, en el cruce de caminos, paramos a almorzar. La mañana va a ser larga y el día viene de calor. Habrá que dosificar el agua de las cantimploras. 
Salimos por camino ancho, entre pinos, robles y endrinos en flor. 
Al orillar una campa llegamos a la ladera y comenzamos a subir. La senda  desaparece a veces, pero vuelve a salir un poco más arriba.


11,25 horas. Gorrontz. La cima es amplia, despejada. En el N. Pamplona se extiende desde la ladera de San Cristóbal. En el horizonte reconocemos San Donato, Txurregui, Erga y las sierras que rodean a Estella. En el S. el Moncayo luce la blancura de la cima. 
Salimos en dirección E. Tenemos tajo esta mañana. 
La senda baja en fuerte pendiente hasta llegar a un bosque de hayas. Todo lo que estamos bajando, luego lo tenemos que subir, así que nos espera otro buen repecho. 


En el collado hay una amplia campa que nos deja maravillados. Podríamos estar en la Aezkoa, en Urbasa o el mismo Pirineo y estamos a 20 km de casa. 
Entre bojes, hayas y robles, subimos despacio a nuestro tercer objetivo. 


12,00 horas. Cima del Carrascal. 1.156 m de altitud. Aunque tiene más vegetación que la anterior, se disfruta de las mismas vistas. 
La senda que sale desde aquí va ahora por la ladera N. Es mucho más húmeda y la vegetación es exuberante. 
Cuando creemos que hemos llegado a la cima, descubrimos que no es así; hay que continuar hasta la siguiente y… tampoco es esta. Seguimos caminando. Consulto el gps y me dice que estoy con un 20% de batería. 


12,20 horas. Por fin estamos en la cima. Dos chicos jóvenes acompañados de un perro llegan por el otro lado. El gps hace ¡pluf! y se apaga. Nos indican que bajando por la senda que han traído ellos, llegaremos al cortafuegos y este nos llevará muy cerca de la chopera de la venida. 
Juanjo, como buen setero, nos dice que, una vez que lleguemos al cortafuegos, él ya conoce el lugar porque ha estado varias veces a la seta. 
La ladera es empinada. Las piedras del camino están mojadas y peligrosas pero, ayudándonos de los bastones, conseguimos salir sin percances al camino principal. 
Aún falta una hora para llegar a Unzué. A las cantimploras no les queda ni gota y, para colmo, estamos metidos en una hondonada en la que no sopla ni un pelo de aire. Toca sufrir un poco hasta llegar a la fuente.



14,15 horas. Después de quitarnos la sed, entramos de nuevo en el pueblo. 
Ha sido una mañana larga, pero cuando sale un día así, hay que aprovechar para dar una vuelta por este paraíso que tenemos a tiro de piedra. 

El itinerario de hoy es de Berrun. Muy bien realizado y sin "sorpresas". 
El mío, por razones "técnicas", termina en la cima de Alaitz.