lunes, 17 de diciembre de 2012

El chorro y el Chorrón




Domingo, 16 de Diciembre de 2012

La semana ha sido típicamente otoñal. La comenzamos con frío y después llegaron las lluvias. 10 litros he recogido hasta hoy. 
Rosa y Juanjo tienen que atender su obligaciones. El trujal de Arróniz ha dicho que ya recoge la aceituna y el fruto no puede esperar más en el olivo. 
Como hace tiempo que no bajamos a Olite, nos apetece hacer una salida llana y con los caminos limpios. 
Son las 08,00 horas. Magán marca 7º y la farmacia 6º. No anda aire y en el cielo hay alguna nube dispersa que no causará problemas. 





Salimos por la UR2 (los enredos del Templao) para tomar, al fondo, el camino de la Somatilla. El día empieza a espabilarse. Hoy el sol sale a las 08,32 horas. La luz se abre paso lentamente, aunque entre el hotel y el polideportivo la penumbra opone resistencia sabiendo que tiene la batalla perdida. 

De la Somatilla pasamos a Las Badinas. Los sembrados verdean tímidamente en las enfangadas tierras de este lado del Plano. A algunos maizales les ha llegado la hora de rendir cuentas. La cosechadora ha pasado, sin remisión, dejando un campo de batalla de tallos y hojas resecos. Alguna panocha rojiza aplastada en la orilla, muestra sus granos deshechos tras la dura pugna con las cuchillas.




Son las 08,30 horas. Junto a la "central" (o sea subestación eléctrica), las viñas esgrimen los retorcidos sarmientos añorando la lozanía del verano pasado. En la espesura del Plano, cada poco rato, las escopetas asustan a los pajarillos. Las nubes, juguetonas, tapan el sol de vez en cuando y provocan subidas y bajadas de la temperatura que acusan las manos y el rostro. 
Por el puente elevado cruzamos la autopista y salimos a los campos labrados de la muga de Olite. 
El camino nos lleva hasta la carretera de Peralta. Descendiendo lentamente nos acercamos hasta una repoblación de acacias. Desnudas y oscuras se yerguen sobre un manto de hierba fresca. 
Continuamos y cruzamos un pequeño túnel que nos saca a las viñas próximas a Olite. 
El camino pronto se convierte en calle. La de Santa Brígida. Las viviendas han ido comiendo el terreno a los sembrados y viñas. Saludamos a una conocida de Tafalla afincada aquí y continuamos hasta llegar a los Franciscanos. 
Por la acera que va junto al Castillo salimos a la calle de Ujué que nos conduce al paso subterráneo de la vía férrea. 
Al llegar al otro lado, en lugar de seguir el camino de la izda., continuamos de frente hasta llegar a un puente de piedra muy remozado. 








09,40 horas. Estamos en la fuente del Chorrón. 
Siempre que hacemos esta ruta, vamos directamente a las Fuenticas pero hoy, gracias a un pequeño despiste, estamos aquí y... ha merecido la pena.

Para el que no conozca esta famosa fuente recomiendo ver el vídeo del enlace.  


Este texto que he encontrado es de un programa de fiestas de Olite al parecer de 1913. 

Cualquiera que beba el agua 
de la fuente del Chorrón, 
aunque se vaya de Olite 
quedará su corazón. 
      
En Olite, están las calles 
tan bien y tan arregladas, 
que este año se han de sembrar, 
porque están ya barbechadas. 
      
Cuando las chicas de Olite 
te tosen una y dos veces 
es que van echando redes 
pa ver si pican los peces. 
      
Forasteros que en Olite 
echaros novia pensáis, 
bebed agua del Chorrón 
y veréis qué bien os va. 
      
Los mocitos Olitenses 
a la América se van 
y las mozas enseguida, 
se tienen que ir detrás. 
      
Los señoritos de Olite 
no quieren matrimoniar, 
pues dicen que el matrimonio 
de moda ha pasado ya. 
           
Si a mí me convida 
cualquiera de Olite, 
por de pronto digo 
que acepto el convite.
       
Olite y Tafalla 
la flor de Navarra 
y habiéndose unido: 
la flor y la nata. 
     (P. F. 1913)

Es hora de almorzar. 






Junto a la barandilla que hace balcón sobre la fuente, han colocado tres bancos de piedra que invitan al caminante a sentarse un rato. Algunos paseantes nos miran con curiosidad. El rumor del río, de música de fondo, es agradable.




Le digo a Inma, ya que no está Juanjo, si me quiere ayudar a calcular el caudal de los dos caños. Como dice que sí, nos preparamos: Cantimplora, cronómetro y 1, 2 y tresssssssssss... ¡ya!
Como dice ella, el Chorrón echa 21,23 litros/minuto y el chorro 7,75 litros/minuto. 






Antes de salir echamos un vistazo a un estropeado panel de senderos locales. Hay dos rutas: Olite - Ujué, para BTT, y Olite - Beire, para hacerla andando, mucho más corta.

Volvemos sobre nuestros pasos porque vamos hacia el caserío de Solrío. Por el camino habitual llegamos junto a las Fuenticas pero no entramos. Seguimos en dirección N. 
Mamel, que pasea mucho por Tafalla, viene en dirección a nosotros. Ha salido algo más tarde y va a hacer nuestra ruta, pero al revés. 
Seguimos caminando. Entramos en tierras más conocidas. En Valmediano brilla el vértice geodésico. En la Carravieja los molinos descansan. En el O. Ujué vigila toda la llanura. 






10,35 horas. Caserío de Solrío o de Aldaz. Al pozo que descubrieron al hacer el nuevo camino, además del quitamiedos le han puesto alrededor alambre de espino. Toda precaución es poca. 
Llegamos al vivero forestal. En la ladera de los pinos de la Choza del Modesto se ven tronquillos apilados; están haciendo limpieza. 
Por debajo de la autopista, dejando a la dcha. la finca de Los Cascajos,  
nos introducimos en Torreta. 
Caminando entre huertos de labor y de recreo, llegamos al paso subterráneo del ferrocarril. 




A las 11,15 horas estamos al lado de la Plaza de Toros. Junto a la carretera, un ruinoso abrevadero nos trae recuerdos de la infancia. Las tardes de verano los chavales esperábamos a que del otro lado de "la cadena" el Sr. Jiménez trajera las vacas a abrevar. Era un espectáculo ver a aquellos enormes animales meter el hocico en el agua. El nivel del aska bajaba como si le hubieran quitado el tapón del fondo. 





lunes, 10 de diciembre de 2012

La Irlanda tafallesa



 Domingo, 9 de Diciembre de 2012

En menos de quince días se nos echa el invierno y siempre digo que al Saso hay que ir a finales del otoño y a comienzos de la primavera.  
Son las 08,00 horas. Magán marca 4º y la farmacia 2º. El día está frío, pero con ese cielo tan azul y limpio ¿quién se resiste a quedarse en casa?
Cruzamos el Plano en coche. Algunos cazadores, poco más madrugadores que nosotros, han soltado los perros de sus remolques. Éstos, inquietos, corretean  alegres sin dejar de olisquear cada encina que se encuentran en sus alborozados juegos. 
08,15 horas. Aparcamos en la Chiquitina. En el Saso no hay nadie. En una extensión tan grande, la soledad se hace más patente. 
El Saso tafallés tiene una extensión de 1.774 Ha, lo que equivale a 2.304 campos de fútbol como el San Francisco, donde juega la Peña Sport. 
No he querido poner el tópico: "para que nos hagamos una idea..." porque no hay nadie que se pueda imaginar las dimensiones de tantos campos de fútbol juntos. 
Salimos en dirección S.E. tomando el primer camino a la izda.






Las aguas otoñales han hecho destrozos en los caminos. Ha llovido mucho y con fuerza. 
En la ladera del Plano, extendiéndose hasta los confines de las Zorreras, los maíces esperan pacientemente a que los recolecten. 




08,50 horas. Abandonamos el camino y por suave pendiente subimos hasta el cogote en donde se asienta el Corral de Esteban en ruinas. 






"Debieron de existir viviendas rurales desde tiempos antiguos diseminadas por el término. La cerámica romana descubierta en una finca del Busquil en el Monte, parece confirmarlo. La mayor parte de los caseríos existentes datan del siglo XIX, muchos de ellos construidos por los corraliceros compradores del comunal. Se da la circunstancia curiosa de que unos son conocidos por el nombre o apodo del propietario (Camón, la Escolara, Sánchez, Cortés, Navascuesa, Chiquitina) y otros por los del cabeza de familia inquilina que vivía en ellos (Agustín, Gregorico, Esteban, Manuel). Al quedar deshabitados, algunos han sido reformados y convertidos en corrales. (J.M. Jimeno Jurío)(Toponimia Histórico-Etnográfica de Tafalla)







Los alrededores del corral están plagados de cados de conejos. Algunos cazadores suelen "trabajarse" esta zona hasta el Corral de Arroyo, en Olite. 


Volvemos al camino principal y caminamos en dirección S. Los molinos de Moncayuelo agitan sus aspas empujadas por el frío viento que viene del N. En la barrancada que baja desde el Plano hacia Miranda hay una repoblación de tamarices. Pequeños y mustios, están ateridos. Antes de iniciar la subida al caserío, observamos que la Balsa Nueva no está helada. 



09,30 horas. Estamos en la Navascuesa. Buscamos un abrigo para almorzar. Media docena de cabras no nos quitan ojo. Por la cañada vemos acercarse una pequeña furgoneta blanca. 
El día está tan claro que, desde donde estamos, parece que podemos tocar Moncayuelo con los dedos.  
En el abrigo de una tapia, el bocadillo sabe a gloria. La furgoneta que hemos visto por la cañada sube hasta donde estamos y pasa de largo. Miramos a nuestro alrededor y Juanjo me sugiere el título de hoy. Las lomas suaves se suceden. Los sembrados y barbechos verdean tímidamente. En un mes todo estará verde y limpio.





Sin darnos cuenta se presenta junto a nosotros Reinaldo, el pastor. 
Tiene ganas de hablar y nosotros aún más de escucharle. 
Nos cuenta, entre otras cosas, que el 1 de Enero de 1948, con 17 años lo mandaron sus padres desde Añorbe a Tafalla andando por caminos. No tenían dinero ni para pagarle un billete de tren. Medio desnudo y hambriento venía a colocarse de pastor en casa de Gregorio Izco. Le pagaba un duro y la manutención. 
Con trabajo y tesón pasó de sus primeras nueve ovejas a las que ahora tiene junto con sus hijos,  unas dos mil.  
Le decimos que vamos echar un vistazo al pozo Zacanatero. Nos da un dato interesante. El pozo tiene unos tres metros y medio de profundidad pero ahora está lleno de jasa y por eso a nosotros nos parece pequeño. No tiene manantío, sino que es un aljibe. Recogía las aguas de los alrededores tan necesarias para subsistir en el estiaje. Él ha bebido muchas veces allí. 
Nos quedaríamos toda la mañana hablando con Reinaldo, pero hay que volver. Nos comprometemos a una conversación larga en Enero. 
Bajamos en dirección S. hasta llegar a la Cañada. Enseguida la abandonamos y tomamos el camino que, torciendo unos metros más adelante, nos lleva en dirección N. 




Estamos cerca del pozo. Aunque hace sol, el frío, empujado por el viento, nos recuerda que esto es El Saso y que estamos a finales del otoño. Bordeamos un sembrad porque en el centro tiene un regacho de agua que lo convierte en una badina. Llegamos al cerro del pozo por el lado contrario al que lo hacemos siempre. 







10,35 horas. Pozo Zacanetero. Somos de la misma opinión de Reinaldo. Si no sabes dónde está, es difícil de encontrar.  






Apartamos las piedras que sirven de tapadera y, por primera vez, lo vemos con agua y casi hasta el borde. En los alrededores hay restos de cerámica. El terreno está poblado por el esparto. 
Bajamos al camino principal que está junto a la Balsa de Justo. 


Tomamos el que asciende perpendicular a éste. 
11,00 horas. Dominando toda la hondonada del Saso, el Caserío de Gregorico, resiste la soledad y el abandono. En el cobertizo cercano a la casa, las placas de Valeriano Iriso y de Gregorico nos hablan de vidas duras y de grandes esperanzas. 
En la lejanía Montejurra y Yoar nos señalan la Sierra de Andía y San Donato nevado. En el N. la Higa de Monreal nos presenta a su vecina la Peña de Izaga. Al S., solitario e imponente, el Moncayo se ha vestido de blanco para recibir al invierno. Mucho más cerca, Moncayuelo, parece decirnos que él también tiene su altitud; poca, pero la tiene. 
Por el camino que sale hacia el N. bajamos al principal y llegamos a la Chiquitina. 
En el Plano hay cazadores. Algunos nos saludan moviendo la cabeza. 
Al pasar junto a la Fuente de Resano, el diámetro del caño no da abasto para echar tanta agua. Entre bromas comentamos que para medir su caudal tendremos que venir con una garrafa de boca ancha. 

En el coche ponemos la calefacción. El día está bueno para andar, pero cuando te paras, se agradece el calor. 











lunes, 3 de diciembre de 2012

El molino de Pueyo





Domingo, 2 de Diciembre de 2012


Llevo dos semanas sin salir al campo y no puedo más. De hoy no pasa. Me da igual que llueva, haga frío, nieve o granice. Tengo que salir a andar o me va a dar algo.
Ayer llamé a Juanjo y le dije que me llevara a donde quisiera. 
Son las 08,00 horas. Magán marca 3º y la farmacia 1º. El cielo está despejado aunque por el N. hay unas nubes negras que, más que amenazar lluvia, le dan al día un aspecto invernal. 
Me va a enseñar lo que pudiera ser el resto de una antigua abejera y luego iremos a coger setas al Monte del Conde. 
Salimos por los Jardines y llegamos a Recarte. Son las 08,25 horas. El río baja cantarín. 





En la Sierra de Alaiz la nieve se ha instalado desde hace unos días. La Peña de Unzué se ha puesto un gorro blanco y lo luce con gracia cuando el sol se abre paso entre las nubes. 
Por el camino viejo de Pueyo caminamos solos. 
Junto al antiguo Molino de Macocha, el Cidacos golpea con fuerza un par de rocas ennegrecidas por la humedad. 
El agua corre veloz por el barranco de Landerri. Algunos campos no pueden tragar más agua y se encuentran anegados. En el mes de Noviembre he recogido 80 litros de lluvia. 
Este otoño ha entrado con ganas y el campo lo agradece. 





08,45 horas. En una ladera, al abrigo del cierzo, se encuentran los restos de lo que podría haber sido una abejera. No lo tenemos claro. Es corta y no se ven indicios de cestos ni nada por el estilo. Puede que sea otra cosa. 
Bajamos nuevamente al camino de Macocha. 
Al llegar al piso asfaltado, nos acercamos al puente para contemplar el río. A Juanjo se le ilumina la cara. El cauce se ha recuperado. Tiene dudas de que también lo haya hecho la pesca, pero si hay río, lo demás viene casi sólo. 





La belleza de los sotos que disfrutamos hace tres semanas ha desaparecido. Se ha pasado ese tiempo mágico en el que los árboles empiezan a mudar el color. Ahora todo es más gris y frío. Estamos en el umbral del invierno. 







Volvemos al camino y por debajo de Pueyo nos acercamos a Siete Fuentes. Son las 09,40 horas y además es hora de almorzar. El día no está del todo malo. Apenas anda aire, pero la temperatura es baja. Observando el chorro que saca el caño, nos acordamos de este verano. Había otras fuentes en peor estado, pero ésta también sufrió la sequía. 
Se nos ocurre una idea. A partir de ahora vamos a calcular el caudal de cada fuente que veamos. Lo anotaremos y serán datos que nos servirán para ver la evolución de los acuíferos. 
Dicho y hecho. Vacío mi cantimplora y Juanjo, cronómetro del móvil en mano, controla el tiempo de llenado: 5,3 litros/minuto

Salimos en dirección S. Nos vamos hacia el Monte del Conde.
En lugar de tomar el camino que cruza el puente, nos adentramos en uno que va a los huertos y se produce la casualidad.







Descubrimos un pequeño merendero con una imagen dentro de una hornacina.






Una placa nos dice dónde estamos: Merendero del Molino. 
Juanjo se entusiasma y no es para menos. Estamos ante lo que queda del antiguo molino de Pueyo. 
El 20/06/2010 (recomiendo leer mi escrito) estuvimos en la Presa del Molino. ¡De este molino! y ahora nos encontramos en lo que queda de él. Las acequias serpentean por los campos trayendo el agua del Cidacos. 





La antigua construcción se adivina magnífica. 

Seguimos nuestro camino y salimos a la carretera general. 
Junto al Maño pasamos por debajo de la autopista y tomamos un camino a la dcha. Son las 10,50 horas. 
Una pareja ha aparcado el coche y con una cesta en el brazo toma el camino que será también el nuestro. 
Avanzan despacio porque van husmeando las orillas del camino. Nos saludamos brevemente y apretamos el paso. Cuando los perdemos de vista, nos adentramos en el bosque. Juanjo conoce varios setales y no quiere "competencia". 
El terreno lo ocupan pinos y algún enebro. Las zarzas, de vez en cuando, se agarran a nuestras ropas intentando detenernos.






Las setas de pino o negrillas no se hacen esperar. Están lozanas y... frías. En un santiamén Juanjo ha llenado una bolsa. 
Volvemos al camino y llegamos a una pieza en barbecho que nos llevará  a  Orrocegui. 






La tierra, en el caracierzo, está dura. En el barro, como fosilizadas por el hielo, han quedado las huellas de un jabalí al que le calculamos un buen tamaño. 

11,15 horas. Orrocegui. La fuente, como hace tres semanas, sigue limpia. El agua del abrevadero es de una pureza sorprendente. El caño echa un buen chorro de agua. Repetimos la operación de Siete Fuentes. 
Echa 15,8 litros /minuto, es decir, tres veces más que la otra. 





Volvemos por el camino que asciende hasta Valdelobos. El día sigue frío. Algún todoterreno ha roto el hielo de los charcos y eso nos permite ver el grosor de la helada.

"Una mañana de frío intensísimo, estuvo a punto de suspenderse la aurora porque los instrumentos se helaban y hubo de ir calentándolos con una vela; pero era tal el frío, que a pesar de la vela, el bajo que portaba el popular "Manolín" quedó helado y hubieron de entrar en la panadería de Urroz para deshelarlo, sacando de él dos tormos de hielo que el aliento había formado" (P. M. Flamarique)(Cajón de sastre tafallés)

Orillando la autopista nos vamos acercando al pueblo. 
A las 12,00 horas estamos en la Fuente del Rey. 
Se nos salta la risa. Aquí también vamos a hacer la misma operación que en Orrocegui y Siete Fuentes y..., empezamos de nuevo. 
Cantimplora, móvil, cronómetro,... Total: 10,8 litros/minuto

Salimos al polígono y entramos en el pueblo. Primera excursión de Diciembre. El calendario, con tanta fiesta, nos va a dejar en las puertas de la Navidad.  Aprovecharemos los domingos que quedan para disfrutar del campo.