lunes, 30 de enero de 2012

El Saso en invierno




Domingo 29 de Enero de 2011
A mí el Saso me gusta siempre, ¡qué le vamos a hacer!, pero hay dos tiempos en el año en los que procuro hacerle una visita. Uno es ahora, a finales de Enero o comienzos de Febrero y el otro cuando Octubre está avanzado. 
En invierno, aunque escaseen las lluvias como este año, los sembrados, con la planta corta, se extienden como alfombras tupidas por las lomas que acarician a los caseríos.
Quedamos a las 08,00 horas en casa de Rosa y Juanjo. Vamos en coche hasta el caserío de la Chiquitina. Anda un aire pelado que obliga a abrigarse. Magán marca 3º y la farmacia 2º. Juanjo me dice que en su terraza el termómetro marca 1º. No quiero preguntar a nadie más la temperatura porque igual me dicen otra distinta. 



A las 08,20 horas, después de atravesar el Plano, aparcamos en la Chiquitina. El edificio está casi en ruinas. La puerta de entrada está abierta y se ven la escaleras que suben a la primera planta. El abandono es total. 
Hoy no vamos a hacer la ruta clásica de subir al caserío de Gregorico y pasar de allí al de Manuel para salir a la Cañada. 
Desde que descubrimos el pozo Zacanatero no hemos vuelto por allí y queremos enseñárselo a Inma y Rosa. 
Comenzamos a descender por el camino principal hasta llegar al cruce que sube a Gregorico. En su orilla está la balsa de Justo. Seca como todas. Estamos a finales de enero. Para la semana que viene anuncian mucho frío, pero de llover o nevar nada. 



Tomamos el camino de la izda. y llegamos a una zona donde abunda el esparto. Ahí se encuentra el pozo. Cuesta un poco, pero enseguida damos con él. Son las 08,55 horas. Está tapado, como lo dejamos la última vez. Levantamos las piedras para ver el interior. No tiene agua. 
Atravesando un par de piezas salimos al camino que sube al caserío de la Navascuesa. Nos llenamos de barro.  El viento corta la cara. Hace frío. Un vehículo con remolque de perros nos adelante velozmente. 



El Saso está solitario, pero el paisaje que nos regala compensa la frialdad de la mañana. La pequeña cuesta nos hace parar un par de veces a contemplar las vistas.
"12 de Junio de 1907. Según me comunican ciertos braceros de Tafalla, sobre las tres y media de la tarde del día 11, fueron sorprendidos por un bonito globo  de colores en el término llamado El Saso. El globo iba dirigido por tres hombres en mangas de camisa con los que se cruzaron algunas preguntas, entre ellas si iban bien para cruzar el Ebro. La cuerda que llevaban hasta abajo hubieron de recogerla para que no se enredara en los hilos de la red nueva de Miranda a Tafalla. Sin poder entenderse más, se despidieron de los campesinos". (El Eco de Navarra (antes de Pamplona) Periódico liberal y defensor de los intereses de la misma).
Son las 09,20 horas. Estamos en el caserío de la Navascuesa. No hay nadie. 
Enfrente, Moncayuelo se yergue digno, desafiando al cierzo. Los molinos que tiene alrededor agitan sus aspas como invitándonos a subir y contemplar con ellos Falces, Miranda y las tierras llanas que se abren al S. 
Bajamos del caserío y llegamos a la cañada. Comenzamos a subir en dirección E. Tres ciclistas, extenuados, vienen de la parte de Falces. Nos saludamos.



A las 09,55 horas llegamos al monolito que colocó Ulibarrena conmemorando  las correrías de Abderramán. Está escrito en castellano, euskera y árabe. A comienzos del siglo X, Abderramán pasó por aquí varias veces y, como era un pájaro de cuidado, se dedicó a saquear poblaciones e iglesias, además de hacer matanzas y violaciones. Es decir, el monolito recoge un dato histórico sobre las andanzas de un personaje nefasto. Nada que ver con la interculturalidad. 



A pocos metros se encuentra Moncayuelo. A las 10,10 horas estamos junto al vértice geodésico. Mi gps marca 503 mts. de altitud. 
El frío, aunque soportable, es intenso. Hacia el N. la sierra de Alaiz y la Higa se han vestido de blanco. Incluso San Pelayo se ha apuntado a la nevada. En la zona de la sierra de Andía y sobre Montejurra se adivina una cortina de agua  que, según a que altura, será nieve. 



Los molinos también están pintados por Ulibarrena, intentando dar otro aspecto al parque eólico. En el Saso, los tres caseríos (Manuel, Gregorico y Chiquitina) resisten el frío sin inmutarse. De la parte de Miranda entran unas nubes negras amenazantes. 
En la falda del montículo encontramos un abrigo para almorzar. No apetece ni sentarse, pero comentamos que ha merecido la pena llegar hasta aquí. 
Por la ladera de Moncayuelo comenzamos a descender en dirección a la Navascuesa, pero tomamos un camino que va a medio monte y nos dirigimos sin darnos cuenta hacia Miranda. A lo lejos divisamos una corraliza desconocida y eso nos alerta de nuestro error. Volvemos sobre nuestros pasos y salimos de nuevo a la cañada. 
Encaramos el camino del caserío. En su tejado tres buitres de gran tamaño observan nuestros movimientos. Cuando estamos cerca del edificio emprenden el vuelo en dirección contraria. 



Descendemos el camino que hemos subido antes y el Saso, imponente, se extiende hasta las Zorreras y el Plano. 
El viento nos da de cara. El día se ha vuelto gris y hace frío. 
A las 11,50 horas llegamos al caserío de la Chiquitina. Cuando nos montamos en el coche los tres ciclistas que hemos visto junto a Moncayuelo, regresan del Plano. Al pasar nos saludan con la cabeza. 
En la carretera de Miranda paramos junto a la fuente de Resano. Echa un chorro de agua como nunca. Quizá alguien nos sepa explicar el misterio. 


lunes, 16 de enero de 2012

Fumarolas en el barranco de Valdetina



Domingo, 15 de Enero de 2012
 No habíamos estado en el Buskil desde la primera etapa de la vuelta a las mugas y para colmo, Inma y Rosa no conocen la Cruz de Garinoain, así que  para hoy tenemos un paseo casi obligatorio. 
Son las 08,00 horas. Hace frío. Magán marca -1º y la farmacia -2º. El cielo está limpio. Para la tarde anuncian nubosidad, pero no aseguran el agua. 
Por las calles del casco antiguo tafallés nos acercamos hasta la presa de Recarte.







El río está seco. El cauce, artificial y descarnado, nos transporta a lo más crudo del estiaje y... estamos en enero. 
Seguimos el camino y tomamos el que asciende a nuestra izda. hacia Valdetina. Los molinos de la Solanoa, como los de la Carravieja y Guerinda, están inmóviles. Antes de llegar al cruce del camino que sube a la Gariposa, junto al barranco, vemos humo. Pensamos que algún agricultor estará quemando restos de poda. 





Cuando llegamos vemos con asombro que han extendido una vieja pajera y que tiene combustión sin fuego. Es un espectáculo ver consumirse lentamente la paja sin llamas ni brasas.
"En Tafalla un niño de nueve años prendió fuego en la tarde del 3 del actual a un montón de paja que había en una era y se propagó a un fascal de fajos de trigo de don Antonio Liberal, y a pesar del auxilio prestado por varios vecinos, fueron pasto de las llamas la mayor parte de ellos, calculándose las pérdidas ocasionadas en unos diecisiete robos del citado cereal. El hecho, aunque fue intencional, se cree no se hizo con ánimo de causar tanto daño. El juzgado entiende en el asunto". (6 de Agosto de 1898. Heraldo de Navarra. Nº 308. Año II) 
Continuamos hasta llegar a la fuente. 





Son las 09,15 horas. Los dos caños echan agua, pero es tan poca, que en cualquier momento pueden dejar de manar. 
En las mesas, que están protegidas por los plátanos, no hay rosada, pero el cemento ofrece una imagen tan inhóspita que no dan ganas de sentarse. Decidimos almorzar en Buskil. 
Por el camino que asciende en dirección O. vamos subiendo poco a poco. Una pieza inmensa, sembrada de cebada, supone el final de la senda. Orillando un par de piezas nos plantamos delante del ribazo por el que solemos subir otras veces. Hoy decidimos echarnos a la izda. y caminar por campo abierto. 
La subida es laboriosa. El terreno, en cuesta, engaña y el último tramo se hace penoso. Llegamos a las tablillas de las mugas y recordamos el día que pasamos por aquí cuando comenzamos nuestra pequeña aventura para rodear todo Tafalla.





Son las 09,50 horas. Estamos en el Buskil. Mi gps marca 638 mts. No hay nadie. Con una chapata y unas latas de sardinas nos preparamos unos bocadillos que no nos levantan la boina... porque no llevamos. 
Juanjo sigue con su vena poética (vamos a tener que pararle los pies) y nos regala otra de sus "composiciones".
Ya estamos en el Buskil, 
ahora vamos a almorzar. 
Ha costado algo subir. 
Menos costará bajar. 
Hacia el S. y el O. hay brumas. Al sol se empieza a estar bien. En los sombríos, la rosada se resiste a fundirse. 
Tomamos la senda en dirección N. que nos saca a una pieza y después a otras dos que están plantadas de hierbas aromáticas. Salimos al camino que va por debajo de la caseta de vigilancia de incendios y tomamos el camino de la dcha. 





Atravesamos un par de piezas y llegamos a un montículo. Son las 10,35 horas. En su interior, entre encinas y robles, se encuentra la Cruz de Garinoain. Estamos a 650 mts. de altitud. El paraje tiene un encanto especial. La cruz, que no es más que dos perfiles de hierro, en el interior de este pequeño bosque, tiene un aire de misterio; hace que este sitio, del que no sabíamos nada hasta hace bien poco,  lo visitemos siempre que venimos a Buskil.





Por el mismo camino que nos ha traído hasta aquí, salimos al principal, junto a la pequeña caseta redonda. Nos dirigimos en dirección S. El camino es ancho. Llegamos a la repoblación de pinos. En la finca de Pedro Tapia no hay nadie. Estará por ahí, pegando tiros. Seguimos bajando.









11,05 horas. Balsa de Lucas. Seca y cuarteada tiene un pequeño charco. En las lluvias que cayeron en noviembre y diciembre algo debió de embalsar, pero está todo tan seco que se lo ha chupado la tierra. 
Alrededor de la balsa, las zarzas han creado una maraña impenetrable. El Templao siempre contaba que él, de muete, tenía que venir a mojar a la fuente los vencejos, cuando tocaba agavillar. Sería interesante hacer una limpieza, respetuosa, de estos zarzales y encontrar aquella fuente con su aska. 
"En una finca cultivada, al S. de la cabaña, aflora cerámica del Hierro y romana (abril de 1987), que estudia Beatriz Agramonte. Fuente y balsa de Lucas al borde O. del camino. Vestigios de construcción de planta rectangular al NE, al borde del bosque, en pieza de Antonio Olcoz Sagardoy". (J.M. Jimeno Jurío)(Toponimia Histórico-Etnográfica de Tafalla).
A las 11,25 horas llegamos al caserío del Monte o de Camón. Tomamos el camino de la izda., antes de salir a la carretera. Vamos por el camino de abajo y así evitamos subir al corral Nuevo. A las 11,40 horas llegamos al Corral de los Toros.  
Seguimos el mismo itinerario que el 26 de Diciembre. Por buen camino llegamos al canal. Tiene poca agua, pero no está seco como en el Portillo del Aire. 





La temperatura ha subido algo, pero el cauce está completamente helado. Seguimos ese camino hasta que salimos a la crta. de Artajona. 
Caminando con cuidado por la orilla entramos en Tafalla. Son las 12,30 horas
El domingo que viene, si el tiempo lo permite, queremos dejar un coche dos curvas más arriba de donde almuerza la Romería cuando va a Ujué. Junto al último molino, hacia el E. sale un camino que lleva hasta Gallipienzo. Ya encontraremos a alguien que vaya a buscarnos. 


Este es el enlace para ver el recorrido. 

lunes, 9 de enero de 2012

Una "vueltica" por Santa Zita



Domingo 8 de Enero de 2012
Estrenamos año campero. El día de Año Nuevo fue domingo y no era posible salir a andar. Para colmo una especie de congestión-catarro-trancazo-malestar general me hizo pasarlas moradas en el tránsito del año pasado a éste. 
Sin embargo tengo la experiencia de que andando por el campo se me quitan todos los males, así que hay que salir a dar una vuelta. 
Ayer me dijo Juanjo que Rosa no conoce Santa Zita. Eso no puede ser. La ermita de nuestros vecinos sanmartinejos casi me atrevo a decir que es un lugar de obligada visita. 
Son las 08,00 horas. Magán marca 9º y la farmacia 8º. El amanecer tiene unos negros nubarrones que, según las predicciones, no sacarán agua. 
Atravesamos la Plaza de Navarra y por los jardines llegamos a la Fuente del Rey. Son las 08,20 horas. El chorro tiene poca fuerza, señal inequívoca de que los acuíferos están bajo mínimos. 
Cruzamos el túnel de la autopista y seguimos por el camino de enfrente. Estamos en el Juncal. Los sembrados, con su verdor, dan una imagen engañosa de la realidad del campo. Hay mucha sequía. En todo el cuarto trimestre pasado, recogí 85,50 litros. Después del verano tan seco hubiera hecho falta el doble.
La caseta redonda de Valgorra vigila desde su atalaya la entrada del valle. Otro día subiremos hasta allí. 
Seguimos por el camino principal. Nos detenemos un momento en la finca de los Cañas. Han roturado más de la mitad. 
La balsa de la finca de José Mari y Elena está completamente seca. Un poco más arriba, la fuente de la teja, que la alimenta, no echa ni gota. Malo será que a la preocupación del 2012 económico haya que sumar también el meteorológico. 




En la caseta de la Fuente del Cura han hecho limpieza. Han quitado las zarzas que taponaban la entrada y unas sillas coquetas invitan a entrar y sentarse. Es pronto para ello. Seguimos en dirección al caserío de Pozuelo. En la orilla del  camino nos paramos en la muga con Sansoain y recordamos la sexta etapa de la vuelta al término que concluimos el mes pasado. 
Son las 09,15 horas. Estamos en el Caserío de Pozuelo. No paramos. El día está frío. Al sol se aguanta mejor, pero en los sombríos, el viento frío del N. se mete por todas las costuras. 
El camino asciende entre encinos y enebros. El suelo está deslavazado y áspero. Llegamos a una pieza y la cruzamos. En la parte alta el cereal amarillea. Necesita agua. 




A las 09,30 horas llegamos a la Cruz de los Mugas. Estamos a 626 mts. de altitud. Hacemos una parada. El día es magnífico y ante nosotros se extiende el pinar; cientos de árboles protegen y dan vida a estas escarpadas laderas. 
Comenzamos a descender por ancho camino. Estamos, según El Templao, en el "tourmalet". Da gusto bajarlo, sobre todo cuando recuerdas las veces que toca subirlo. 



Son las 09,45 horas. Llegamos a Santa Zita. Solitaria y austera, todavía conserva el buen estado en que la tenía Jesús Viela

En la iglesia de abajo, dedicada a Santa María del Pópolo, además de
la virgen titular, se guardan dos imágenes especialmente
queridas por los catatos: santaCitica y el cristo Moreno. Hasta
hace pocos años, ambas figuras solían guardarse en la ermita
de Santa Cita, a unos cinco kilómetros del pueblo. Pero luego,
los trajeron a Santa María para evitar su posible robo. “El Crucificado
es del siglo XVI y tiene valor artístico. Dicen que antaño,
tenía todo completo, como los hombres”, dice la concejal y esposa
de Miguel, CharoRomero. Pero luego le quitaron sus atributos
y le pusieron el paño de pureza”. Antaño, este cristo causaba
gran temor entre los vecinos, debido a su imponente figura
– que aún parecía mayor, en la pequeña ermita–; y debido también
a una leyenda negra que todavía perdura: “siempre que lo
sacan en romería, para pedir agua, apedrea”, comentan los hermanos
Zubiaur en un libro sobre Etnografía de SanMartín. También
se dice que tres mozos de Olite se refugiaron un día en la ermita
de Santa Cita durante una tormenta, y se burlaron del Cristo.
Uno de ellos, le puso un cigarro en la boca. Otros solían decir
que le castraron. El caso es que uno de los mozos murió en el
acto; el otro, se ahogó en un barranco, y el tercero –que al parecer
había reprobado la conducta de sus compañeros– fue el
único que llegó vivo “para contarlo”. (José A. Perales) (Diario de Navarra)

Sacamos los bocadillos y reponemos fuerzas. La construcción es curiosa. La ermita conserva el tejado de lajas; en cambio, el de la casa es de tejas. 
Cuando terminamos Juanjo quiere que Rosa vea el Cristo tallado en la roca que está en el fondo del valle. Allí nos dirigimos.





Son las 10,10 horas. La talla es espectacular. 
El artista es José Urdin y terminó este trabajo el 27 de Abril de 1993. Le llevó bastante tiempo realizarla. 



En aquel tiempo hice varias visitas al ermitaño Jesús Viela y se le veía y oía, golpear con la maceta el cincel, dando forma a lo que tenía en su cabeza. 
Volvemos hacia la ermita. La vuelta la hacemos por la ladera de la Carravieja. Es un camino ancho, con buen firme. Rodeado de pinos, cipreses y enebros, es un regalo para la vista y una caricia para el espíritu. 

 



En una curva queda un charco con barro y un pino cercano ha tenido que soportar a los jabalíes rascarse en su corteza hasta dejarlo pelado.





Pasamos por la muga de San Martín y recordamos la penosa subida desde el túnel que va por debajo del canal hasta lo más alto de la Carravieja. 
Juanjo, al que se le ha despertado la vena poética, socarronamente me recita estos versos que no me resisto a copiar:

"Santa Zita está dormida,
en medio de los pinares, y
hemos venido los cuatro a 
acabar las navidades".

El camino vuelve a ascender y damos vista, de nuevo, al caserío de Pozuelo. A su izda., agazapado y discreto, lo que queda del Caserío de Goyena. En los Altos de la Guindilla los molinos agitan sus brazos como si se comunicaran en un lenguaje inextricable con sus hermanos de Alaiz y el Perdón.




Bajamos junto a las ruinas del Corral de Valgorra. Al llegar al camino vuelvo la vista hacia arriba a contemplar lo que queda de la construcción y recuerdo la historia de Potage en 1867 que relata D. Angel Morrás. 
El camino, suavemente, nos va llevando a lo que fue el Portillo del Aire. 




Bajamos al puente del canal y nuestra sorpresa es mayúscula. ¡Está seco! Suponemos que se estarán haciendo obras de reparaciones o limpiezas. 
A las 11,40 horas salimos a la carretera de San Martín, enfrente de la granja de Calonge. 
Andar por la carretera es incómodo, sobre todo habiendo estado toda la mañana sin ver a nadie. Solamente un par de cazadores nos han saludado a lo lejos. 
A las 12,30 horas entramos en el pueblo. El día se ha puesto más plomizo, pero esta mañana en Valgorra y Santa Zita no tiene precio.