lunes, 16 de julio de 2012

Del pozo Zacanatero a Gregorio el Grande



Domingo 15 de Julio de 2012


Desde finales de Enero no habíamos estado en El Saso, así que le debíamos una visita a este término. Le dije a Juanjo que podíamos dar una vuelta por los caseríos y aceptó. 
A las 08,00 horas salimos en el coche hacia la Chiquitina. Magán marca 18º y la farmacia 16º. Sopla el cierzo y el cielo tiene algunas nubes. El día viene bueno para andar. 
En el Plano no vemos a nadie. Hasta el 15 de Agosto no abren la media veda de la codorniz y la tórtola. Los cazadores en un mes se harán los dueños de todo esto.




Son las 08,20 horas. Aparcamos en el Caserío de la Chiquitina. La era ha cambiado su fisonomía. En las piezas de alrededor se está poniendo el regadío y utilizan esta explanada para acopio de materiales.  
En el desolado del Saso el cierzo sopla con más fuerza que en el pueblo. 
Tomamos el camino en dirección S. En 20 minutos estamos en la Balsa de Justo. En lugar de tomar el camino que asciende a Gregorico continuamos por el de la izda. y nos vamos a hacerle una visita a nuestro querido Pozo Zacanatero. 
Enseguida encontramos otro camino que muere en una pieza. Lo seguimos y subimos al cogote donde se encuentra el pozo. 


El terreno es de los más pobres del Saso. Solamente el esparto ha conseguido habitarlo. Las matas abundan. A la izda. de este espartal se halla el pozo. 




Son las 08,55 horas. Está protegido por unas piedras, a modo de tapa. 
El terreno está duro y seco. Cuando lo encontramos la primera vez, nos metimos en un barrizal. 



Descubrimos el depósito. Está seco. Ya hemos comentado alguna vez que tiene pinta de ser un aljibe. 
Volvemos sobre nuestros pasos para llegar, de nuevo, a la Balsa de Justo. Desde ahí continuamos por el camino que asciende hasta llegar, a las 09,10 horas, al Caserío de Gregorico. 


"Para todos sale el sol". En el cobertizo que está en la era paramos a almorzar. Las placas de Valeriano Iriso y la de los Gregoricos nos hablan de afanes e ilusiones. Vidas que discurrieron en México y en Tafalla. Trabajos y familias. Alegrías y penas. Vidas de hombres fuertes que afrontaron el tiempo que les tocó vivir con valentía y dignidad. 
"Sueños del Saso. A principios de siglo, el sueño de cualquier labrador era emigrar a América  y hacer fortuna. Durante sus largas jornadas, muchos de Tafalla, Olite y Miranda, que trabajaban en El Saso tafallés, en los caminos mil veces recorridos, iban dejando grabados, dibujos, inscripciones de este sueño en las paredes de los caseríos hoy deshabitados. Hay un dibujo en el caserío de Gregorico de un barco transatlántico, del pastor Valeriano Iriso, imagen del sueño de un viaje a un mundo lleno de oportunidades. Muchos cruzaron el charco, algunos se quedaron, y otros volvieron". (Arantxa Marco Hernando)(Los Gregoricos. Raíces tafallesas y genealogía de los Zaratieguis).
Sentados en el cobertizo divisamos todo El Saso. Los campos ya han sido cosechados. Los rastrojos son alfombras marrones que se extienden hasta casi la ladera del Plano donde un lozano maizal recibe, agradecido, el riego de los aspersores. En las piezas próximas también regarán pronto. Siempre he dicho que al Saso hay que venir a mitades de marzo porque parece la Ulzama, pero a partir de ahora se podrá venir en Julio y también el paisaje será verde. 

Del caserío sale un camino en dirección O. Lo seguimos porque vamos a Gregorio el Grande. En la hondonada, aprovechando las barrancadas, hicieron hace años una repoblación de tamarices. Son pequeños y sufridos. 
Al llegar a una curva nos encontramos con el Corral del Zorrico. Son las 09,50 horas. Vacío y en desuso está acusando los rigores de la intemperie y el abandono. 

Una esquina de la casa está empezando a derrumbarse. Nos acercamos con precaución. Todavía recuerdo la primera que estuvimos aquí el Templao y yo. Nos acercamos confiadamente y del interior salió corriendo un zorro que nos dio un susto de muerte. 
Por el amplio camino seguimos hacia el O. En la soledad de este páramo divisamos el Caserío de Gregorio el Grande. A mitad de recorrido miramos hacia el N. y disfrutamos de las cimas cercanas. Con el dedo, como si se tratara de una postal panorámica, vamos poniendo nombre de dcha. a izda. a los montes: Guerinda, San Pelayo, La peña de Izaga, la Higa, la Peña de Unzué y Alaiz. 




10,00 horas. En el caserío han sacado el ganado y no se ve a nadie por los alrededores. La balsa tiene algo de agua. La sequía es grande, aunque las lluvias tardías de primavera aliviaron un poco el campo.



Subimos al pequeño cerro que está encima del pozo y disfrutamos de nuevo del paisaje. Tenemos cercana la parte de Candaraiz que hace muga con Larraga. Reconocemos el Caserío de Sánchez y el de Eulalio, el corral de la Escolara y el portillo que permite al paseante adentrarse en otra zona maravillosa de Tafalla: Valditrés, Tamarices, la cantera de Ros y Beratxa. 
Volvemos por el mismo camino hacia el Zorrico y antes de llegar a Gregorico tomamos un camino que sale a la izda. Muere en una pieza ya cosechada que atravesamos y bajamos hasta el Barranco del Saso.
"Cerretes de margas, muy erosionados, emergen en los grandes llanos aluviales, formados por depósitos de tierras arrastradas por los barrancos, secos gran parte del año, cuyas salidas hacia el Arga marcan los niveles más bajos del término municipal, en la muga de Miranda (336 mts. en el barranco del Saso". (José Mª Jimeno Jurio)(Toponimia Histórico-Etnográfica de Tafalla)




Salimos a una pieza en la que están poniendo el riego. En un camino que han habilitado para llevar los materiales, hacemos una breve parada. Inma nos canta una jota vieja que le escuchaba a su padre. 
Qué triste se ha vuelto El Saso 
sin carreteros ni mulas. 
No hay jotas en los caminos,
alegrando la llanura.

A las 11,10 horas llegamos a la Chiquitina. 
Cuando salimos a la crta. de Miranda paramos en la fuente de Resano. Su caño echa una considerable cantidad de agua.  Volvemos para casa. 

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