martes, 17 de abril de 2012

Desafiando a la lluvia en la Quitana


El tiempo se ha puesto de aguas. Esta semana he recogido 14 litros. Las predicciones son de más agua para el sábado y el domingo. Le llamé a Juanjo para ver a dónde íbamos y él había pensado dar una vuelta por el Gurrucho y la Quitana porque hacía tiempo que no pateábamos esa zona. 
Efectivamente, desde el 9 de Octubre no habíamos estado por allí. 
Lo bueno de escribir un blog es que, además de que de vez en cuando alguien te lee, tienes un registro de fechas y lugares para consultar y no confiar en la frágil memoria. 
Son las 08,00 horas. Magán marca 5º y la farmacia 3º. Hace frío. El viento viene del N. En el cielo se abren grandes claros. No parece que vaya a llover, aunque en la mochila va el paraguas. 
Rosa y Juanjo nos están esperando en la calle. Enfilamos la carretera de Artajona y, al terminar el polígono, tomamos el camino de la izda. y nos adentramos en este paraje confuso que es una mezcla de Vaquero/Quitana. 
La mañana está tranquila. El frío nos hace avivar el paso. Las cebadas y los trigos verdean. Dicen los del campo que con estas aguas, si no se tuerce, se habrá perdido un tercio de la cosecha; pero lo que no ha nacido ya no lo va a hacer. 
Son las 08,25 horas. Antes de llegar al puente del canal, tomamos un camino a la dcha. que pensamos que dará un rodeo y nos llevará al Gurrucho. 
No es así. A los pocos metros muere en un sembrado. 



Ya que estamos aquí decidimos seguir por la orilla. Antes de cinco minutos llevamos los pies empapados. 
Las cebadas están cortas, pero retienen ávidamente la humedad. En un claro hacemos una parada y sacamos los prismáticos. 
Desde una perspectiva distinta contemplamos el Corral de los Toros y, arriba en el monte, entre encinas, reconocemos la esquina de La Gariposa. 





A nuestra izda., lejano, el Gurrucho nos observa con curiosidad. Seguro que no esperaba a nadie esta mañana. 
Atravesamos una pieza para llegar al camino que entra desde la carretera de Artajona. Ascendemos suavemente hasta el canal y lo cruzamos.
Este camino nos lleva por la trasera del Corral de la Quitana. Seguimos en dirección E. 
"Año 1775... que aier a lo que sería las ocho de la mañana, vio un estajo de corderos de Don Joaquín de Nieba, en una pieza sembrada de trigo de Pedro de Ollo, en el término de la Quitana y dicho ganado lo custodiaba Antonio Hugalde, alias el Jorjo" (Fernando Maiora)(Tafalla, del reino de Navarra).
La soledad es total. El camino es llano y, cuando comienza a descender, aparece a nuestra izda. inconfundible con sus cipreses, el Caserío de Valdiferrer. 





El camino tuerce en una curva de 180º y sale al principal que sube desde la carretera de Estella. 
De pronto Juanjo echa un grito. Un zorro ha cruzado el camino y se ha refugiado en la espesura. Como ha visto dónde se ha escondido, coge unas piedras y las lanza a las matas para hacerlo salir. Yo me preparo para hacer las fotos pensando que correrá por la pieza hacia el caserío, pero el zorro, que es muy "zorro", salta por el lado contrario y Rosa e Inma lo ven meterse entre los pinos. 
"Porca miseria". Soy el que hace fotos y el único que no ha visto ni chufas.
Son las 09,20 horas. Junto al barranco de Valdiferrer, antes de llegar a la balsa, hay una pequeña repoblación de acacias que, en verano, son un verdadero oasis de sombra y frescura. Enfrente de estas acacias hay un precioso rincón con pinos y unas piedras de buen tamaño. En este abrigo paramos a echar el bocadillo. Cerca de los pinos proliferan los juncos, señal inequívoca de humedades cercanas. 
Volvemos al camino y llegamos a la balsa que recoge las aguas del barranco.  Tiene poca agua, pero limpia. Nos acordamos de algunos veranos, cuando está negra y pestilente. 
Nos apetece subir al caserío. 





10,00 horas. Caserío de Valdiferrer. Visitamos primero el pozo. Un par de tejas y un tronquillo hacen de tapa. Tiene un poco de agua. 
El cielo cada vez está más nublado.  





Rodeamos toda la edificación para bajar por el mismo camino. Una pared se está derrumbando. Nos apena. 
Para no salir a la carretera aprovechamos el camino que va a nuestra izda. A este camino se le conoce como el del Alto de la Lobera. 





A las 10,20 horas llegamos al Corral de la Mariana. Otro edificio que está sufriendo los rigores de la intemperie y del abandono. Cuando las construcciones dejan de tener utilidad ganadera o agrícola, se hunden poco a poco.
Si se quiere conservar este patrimonio, no queda otro remedio que desarrollar proyectos de turismo rural, con rutas señalizadas y paneles explicativos, para que los caminantes o bicicleteros descubran en Tafalla unos paseos naturalísticos increíbles.




Resguardada del cierzo por un pequeño almendro, descubrimos la primera amapola de esta primavera. Temblorosa y desamparada, se ruboriza cuando nos paramos a mirarla.





Antes de llegar a la granja del Churrero, descubrimos un pequeño olivar con unos ejemplares centenarios. Cada uno es distinto. Nos imaginamos historias viejas junto a ellos. Cantares y hablares perdidos para siempre. Tormentas y heladas. Sequías y granizadas.   
11,00 horas. Salimos a la carretera junto a la serrería de Palito. El día cada vez está más plomizo. 
A los cerezos japoneses que adornan las aceras no les caben más flores. En la cooperativa los mostos se habrán transformado en vinos nuevos. Por la calle todavía no hay nadie. A pesar de lo que diga el calendario, el invierno no quiere marcharse de Tafalla. 


Este es el enlace para ver el recorrido 

No hay comentarios:

Publicar un comentario