domingo, 30 de enero de 2011

El pozo Zacanatero


Hoy es uno de esos días en los que más disfrutamos por el campo. Los fríos del comienzo de semana han dado paso a la lluvia. El viernes Juanjo recogió en su terraza 13 litros. Cuando ayer le llamé al Templao no estaba claro si el fin de semana iba a ser seco o lluvioso. Quedamos en la Plaza y tomaremos allí la decisión. Con Juanjo no pude hablar hasta la noche y la previsiones ya estaban claras. Quedamos en ir al Saso a buscar el pozo Zacanatero.
Son las 08,00 horas. Magán marca 5º y la farmacia 4º. He decidido no hacer ningún comentario sobre esto durante algún tiempo, para que arreglen sus "diferencias".
En la plaza hay más gente de lo habitual. Juanjo ha llegado pronto con el coche para llevarnos a la Chiquitina. Está el Templao, José Luis Ruiz y se han animado a venir Mari Asun Berrio y Mitxel Ibáñez, que el pasado domingo nos vieron volver de nuestra excursión y nos preguntaron si podrían acompañarnos algún domingo.
08,20 horas. Estamos en la Chiquitina. Hoy vamos a hacer el itinerario al revés. En lugar de ir al caserío de Gregorico, después al de Manuel y terminar en la Navascuesa, salimos por lo que sería este camino de vuelta para llegar al Corral de Esteban pensando, erróneamente, que allí estará la balsa de Justo y el pozo.
La mañana está fría. El termómetro del coche, bajando al Saso, marcaba 3º.


Comienza a amanecer. El sol rompe las tinieblas y quiere hacerse un hueco, a codazos, entre las nubes. En el suroeste se ve que las nubes hacen una cortina. Está lloviendo. Los rayos del sol nos saludan brevemente y desaparecen para todo el día.


Decidimos subir hasta el Caserío de la Navascuesa. A nuestra derecha se alza un pequeño cogote de tierra que la erosión ha trabajado de lo lindo.


Son las 09,05 horas. Moncayuelo nos mira desde su atalaya como si levantara la cabeza. No me extraña... somos viejos conocidos. Desde esta meseta echaremos un vistazo para bajar al Corral de Esteban. Juanjo saca un plano y nos damos cuenta del error. La balsa de Justo se encuentra entre los caseríos de Manuel y de Gregorico. Decidimos bajar a la Cañada y llegar al caserío de Manuel.
09,20 horas. Cañada Real de la Bardena. El regadío y los molinos la han transformado. Ahora hay un camino nuevo, bien pisado, que va paralelo a ella y que hoy, con el barro que hay, es preferible utilizar. En media hora llegamos a una desviación del camino que tomamos. Si siguiéramos de frente terminaríamos en Miranda de Arga.
El camino asciende suavemente y en algunos tramos hay un barrillo, incómodo, que se pega al calzado dificultando el avance.
"No disponían de teléfono, pero no faltaba la comunicación entre los caseríos. Si se requería la presencia de alguien, salían al majadal y no hacían señales de humo, sino que gritaban con voz potente, rompiendo el silencio del Saso, el "uuu". Esta especie de aullido viajaba por la llanura tafallesa y llegaba a oídos de los vecinos, a kilómetros de distancia, pues no había otro sonido que compitiera con el "uuu". Dos veces entonado significaba "enfermedad"; si lo repetían una tercera vez, ya podía dejar todo el mundo lo que estuviera haciendo y acudir corriendo pues había acontecido una desgracia" (Arantxa Marco Hernando)(Los Gregoricos. Raíces tafallesas y genealogía de los Zaratiegui).
10,05 horas. Caserío de Manuel. Está vacío. Aprovechamos para echar un bocado. La mañana es invernal. No nos extrañaría que cayesen algunos copos. La parada es breve.




A las 10,25 horas llegamos a la balsa de Justo. En el libro "El agua en Tafalla" se indica que el pozo Zacanatero está a unos 500 mts. Como alguno del grupo tiene prisa por volver decidimos que otro día lo buscaremos.
En cinco minutos nos plantamos en el Caserio de Gregorico.
"Para todos sale el sol" En el pequeño cobertizo que se rehabilitó en 1994 siguen las placas de Valeriano Iriso y de los Gregoricos.



Salimos a buscar el coche. A Juanjo y a mí se nos ha quedado un sabor agridulce. Ya sabemos dónde hay que buscar el pozo, pero dejarlo para otro día... En fin. No importa.
A las 10,55 horas llegamos al caserío de La Chiquitina. Tratamos de limpiarnos lo mejor posible el calzado. Al pobre Juanjo le vamos a poner el coche como un establo.
En el Saso no hemos visto a nadie, en cambio en el Plano hay cazadores y empiezan a llegar paseantes que madrugan menos que nosotros. Por la Cuesta de la Calera salimos a la carretera de Miranda y llegamos al pueblo.

EPILOGO:
Yo me bajo en la Cuatropea y Juanjo deja al resto en la Plaza, pero vuelve veloz y me encuentra cuando voy hacia casa. Me dice que volvamos con el coche hasta la balsa de Justo y que allí, con el libro que he citado antes y que llevo en la mochila, como hay un foto del pozo, lo buscamos y rematamos la faena. Me lía, aunque también es verdad que a mí esta clase de líos me encantan, y salimos otra vez al Saso.
Dejamos el coche un poco más arriba de la balsa de Justo. Saco el libro. Miramos la foto. Al fondo hay unos pinos que están prácticamente igual. La edición es de 2001 y dice que el pozo se encuentra en una ladera lleca a unos 500 mts. de la balsa. Intuimos cuál es la ladera. Vamos allí. Hay barro y lo único que nace es el esparto. Consultamos nuevamente la fotografía. Nos desplazamos hacia la izda. y... nada. Sigo de frente pero Juanjo sigue un poco mas a la izda. y me grita ¡aquí está!.



Voy corriendo. Lo hemos encontrado. Es un pozo pequeño.


Sus paredes están bien construidas. Está seco.



Un par de losas tapan, en parte, la boca para que nadie se caiga. Estamos tan contentos que nos damos un apretón de manos.
No se sabe nada de este pozo. Jimeno Jurío ni lo nombra, pero sería interesante conocer por qué se hizo ahí, a tanta distancia de los caseríos.



Zacanatero at EveryTrail
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domingo, 23 de enero de 2011

Portillo del Sastre -Buskil-Valdetina



Por fin puedo salir al campo. Una gripe traicionera y medio asesina me tumbó en la cama a primeros de año y me dejó hecho unos zorros. Me apetecía mucho ir al Saso a buscar el pozo Zacanatero junto a la balsa de Justo. Con esa idea le llamé ayer al Templao.
- "Nada de al Saso. Con este frío nos vamos a helar en ese desolado. Iremos al Buskil por el Corral de los Toros"- me replicó.
Como tengo claro que el que manda... manda, acepté sin rechistar. Tampoco se está mal por el Carasol del Monte y Valdetina. Le llamé a Juanjo y me dijo que de acuerdo.
Son las 08,00 horas. Hace frío. Magán marca -1º y la farmacia -2º. Me pongo el gorro y los guantes y me voy a la Plaza. Allí están esperándome El Templao, Goyo y Juanjo. Subimos por la calle Mayor hasta el cruce de las siete calles y por la urbanización de Las Torres, continuamos junto al corral de Chera y bajamos a la carretera de Artajona.
A las 08,25 horas pasamos por la estela de Juan Sagardoy y cinco minutos más tarde tomamos el camino de la derecha que nos llevará hacia el canal.



Pasamos por una pieza que el Templao nos dice que era de su familia.
La mañana está en calma. El frío es intenso. El Gurrutxo se deja ver entre dos encinas. Solitario y en ruinas parece implorar una rápida reconstrucción antes de quense venga abajo y lo perdamos para siempre.





A las 08,40 horas cruzamos el puente del canal. El nivel del agua no está muy alto. Nos adentramos en el Carasol del Monte y llegamos al Corral de los Toros. El día 26 de Diciembre estuvimos Juanjo y yo viendo la caseta-torre que está un poco más arriba del corral. Como el Templao y Goyo no vinieron a aquella salida, los llevamos hasta allí para que la vean.



08,55 horas. Caseta-torre. Volvemos a disfrutar de sus ruinas. Hemos seguido rebuscando documentación sobre ella y no hemos encontrado nada. La entrada está orientada al E. Tiene unos siete metros de altura y se ve que el tejado era a un agua. Está rodeada de encinos. Salimos de allí y el paisaje que se disfruta es fantástico. Los sembrados verdean y los quejigos, compartiendo espacio con las encinas, nos muestran sus tonalidades marrones. En el cielo limpio que tenemos hoy, la luna, asomada encima de Beratxa, se resiste a marcharse y dejar sitio al sol para que caliente la mañana.
Volvemos sobre nuestros pasos y poco antes de llegar al Corral de los Toros, tomamos un camino que asciende en dirección N. y que nos llevará a Buskil. Pero antes tenemos que atravesar una extensa llanura que une las laderas de Buskil con Tajubo. Estamos en el Portillo del Sastre. "Depresión entre dos altos (628 y 613 mts. respectivamente) en el Monte, por el que pasaba el camino de al carretera de Artajona a Valdetina. Un mojón en la divisoria de los términos de Tafalla y El Pueyo está en el portillo denominado del Sastre (año 1796)" (J.M. Jimeno Jurío)(Toponimia histórico-etnográfica de Tafalla). Este camino nos lleva entra campos de cereal hasta introducirnos en la falda del Monte Buskil. El trayecto se pone cuesta arriba. Las conversaciones se espacian y definitivamente se paran. Salimos a una pieza enorme que está labrada y despacio, cada uno por su lado, llegamos a los primeros coscojos que anuncian que la cima está próxima.





09,50 horas Buskil. Mi gps marca 632 mts. de altitud. Paramos a tomar un bocado. La mañana ha mejorado algo. El campo está precioso. Sin ruidos, tan quieto. No vuelan pájaros. No se oyen tiros. No anda aire. La naturaleza nos está invitando a que la contemplemos. Nos callamos. Pocas veces podemos disfrutar de un día así.
Decidimos volver. Al movernos un pájaro negro salta de unos ginebros. Juanjo dice que es un grajo y que ya se sabe: "Si el grajo vuela bajo, hace un frío del carajo" y añade "y si los grajos llegan a los balcones, hace un frío de tres coj...."
Entre piezas labradas y sembradas llegamos a la fuente de Valdetina. Son las 10,30 horas.





Los dos caños echan agua, pero poca. Va a hacer falta mucha humedad para recuperar los manantíos.
Bajamos en dirección Tafalla. El camino discurre entre viñas y sembrados. Pasamos por debajo del encinar de La Gariposa y salimos al camino de Macocha. Pasamos junto al Molino de Macocha y llegamos a la presa de Rekarte. Son las 11,20 horas. El agua salta la presa. Por lo que vemos, la fuente no ha sido reconstruída.
Entramos en el pueblo y por los Jardines, a las 11,30 horas llegamos a la Plaza.
Nos sentimos unos privilegiados de haber podido disfrutar de una mañana de invierno por el campo. Con sol y hielo. Un viejo conocido me dijo una vez que para él un día de sol en invierno vale más que diez en verano.



Portillo del Sastre-Buskil-Valdetina at EveryTrail
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domingo, 16 de enero de 2011

El renacer de la S.M. Alaitz



Este artículo ha sido publicado en el libro "Alaitz: Tafalla montañera, mendizalea, 40 urteko bidea" . Primera edición: Tafalla, Diciembre de 2010. ISBN: 978-84-937522-4-8.




Esta historia empieza a primeros de 1986. La Sociedad de Montaña llevaría, más o menos, tres años de inactividad. Los que habíamos conocido el esplendor de la década de los 70, no nos resignábamos a que esto fuera así. Había un sentimiento oculto que nos hacía soñar con el resurgir de la actividad montañera. No era normal que una ciudad como Tafalla no tuviera un club de montaña activo, como lo había en Estella, Sangüesa o Tudela.

Mariví Razquin, Pedro Arregui y yo comenzamos a hablar sobre salidas al monte. Mariví era una gran aficionada y, como en Tafalla no podía disfrutar de lo que más le gustaba, por su cuenta y riesgo, sin conocer a nadie, empezó a subir a Pamplona y a apuntarse a las excursiones del Anaitasuna. Cuando empezó a salir con Pedro, lo arrastró también allí y, además de las ascensiones al monte, fraguaron unas amistades que todavía perduran a día de hoy.

¿Podríamos intentar reanimar la Sociedad de Montaña? Y empezamos a hablar, a aportar ideas, a soñar con proyecciones en la Casa de Cultura, salidas en autobús, fiestas del finalista y alguna otra idea que luego nos pareció descabellada. Todo esto nos ocupó varios viernes. Cada semana había una novedad. En el bar Rafael, donde nos sentábamos a hablar, sacábamos un recorte de periódico, calendarios de salidas de otros clubes, ó alguno, antiguo, de Alaitz. Teníamos las cosas claras. Nos fascinaba la idea de que la Sociedad de Montaña volviese a resurgir.


Y un viernes nos dimos cuenta de que ya no podíamos planificar más. Pedro y Mariví me dijeron que habían hablado con Andoni Cia y Emi Valencia, que querían echar una mano. Empezamos a concretar. Lo primero que teníamos que hacer era comunicarle nuestras ideas a Antonio Olcoz, “Toñín”, porque se había quedado solo en una inexistente junta directiva. Abría el correo y se encargaba de recibir las circulares de la Federación. Le llamé a su casa y le expliqué, por encima, nuestras intenciones. Quedamos para la semana siguiente en el actual local del Club.

Acudimos los cinco a exponerle nuestras ideas. Queríamos contar con él en este nuevo proyecto, pero también entenderíamos que no quisiera seguir. Muchas veces la gente está tan “quemada” que lo único que quiere es que alguien venga a hacerse cargo de todo, para salir corriendo.

No fue el caso de Toñín. Nos explicó la escasa actividad que había en el club y cómo había comenzado el declive. Él estaba dispuesto a seguir intentándolo. Aportaría su experiencia. Hablaría con la gente que deseaba volver a salir al monte. Por ganas no iba a quedar. (Años más tarde me confesaría que, de aquella primera reunión, sacó la idea de que, como tantos otros, empezábamos con muchas ganas pero no llegaríamos al verano).

La Sociedad no tenía nada. En una libreta bancaria quedaban cuatro pesetas. No había socios. En la Federación la habían dado de baja y, por tanto, no podíamos federar a nadie. Para el Patronato de Deportes tampoco existíamos. Había que empezar prácticamente de nuevo porque los estatutos eran de los tiempos de Franco y había que actualizarlos. Teníamos por delante un trabajo ingente ¡y aquello era fascinante!

Nos pusimos manos a la obra. Hicimos carteles, hablamos con Juan Mari Feliú, entonces presidente de la FNM, intensificamos el boca a boca y… organizamos nuestra primera salida al monte. Fue al Okoro. Como no esperábamos nada, que saliéramos doce personas en tres coches fue todo un éxito. ¡Aquello funcionaba! Con estos doce, más alguno que nos había dicho que ese día no podía, y algunos que no se habían enterado, la próxima excursión sería en autobús.

Aún volvimos a salir al mes siguiente en coches. Pero también es verdad que se nos había echado encima el verano, y ya se sabe que las excursiones colectivas y el verano nunca se han llevado bien.

Se pasaron las Fiestas y las vacaciones. En Septiembre volvimos a la carga. Preparamos para el otoño alguna proyección de diapositivas y elaboramos un boceto de calendario. Las proyecciones serían de montañeros locales porque nos salían gratis. ¿Cómo íbamos a pagar si no había un duro?.

En Octubre, hicimos los carteles de la excursión, dejamos la lista en el Bar Rafael como quien pone los reteles en el río y de cebo pusimos una clásica: Subir de Cegama a Aitzgorri. Las “piezas” entraron en tropel. Para nuestra sorpresa, el jueves ya había apuntadas más de treinta y cinco personas, cuando habíamos pensado retirar la lista el viernes por la noche, o incluso el sábado por la mañana. Nos quedamos petrificados. Nuestras expectativas eran tres ó cuatro coches. Pero aquello. ¡A por el autobús! Fue la primera excursión de la nueva etapa que se adivinaba para el club.

A esa excursión siguieron otras. Se hicieron algunas proyecciones. El domingo anterior a la Nochebuena, fuimos a San Miguel de Aralar, al Mendigoizaleen Eguna, y aquel diciembre, ya como junta directiva, planteamos un calendario completo de salidas para el año siguiente.

La FNM nos dio de alta en su Asamblea. En las salidas, entregábamos un pequeño boletín solicitando los datos para hacerse socio. Asistíamos a las reuniones que convocaba la FNM. Nos repartíamos el trabajo y aquello iba saliendo adelante. Se animaron a las excursiones montañeros veteranos del club, pero también se incorporó mucha gente nueva. El ambiente en el autobús era fenomenal. La gente que venía por primera vez, repetía. Descubrieron lo que era ir al monte. Si nos perdíamos, nos perdíamos todos juntos. Si subíamos, lo hacíamos todos porque a nadie se le dejaba a su suerte. Se le esperaba y se le acompañaba. En el bar o sociedad del pueblo donde llegábamos a comer, se compartían las mesas, los hornillos de gas, se le hacía un hueco al último que llegaba. Conseguimos un grupo de unas cincuenta o sesenta personas habituales, lo que nos garantizaba que todas las excursiones las haríamos en autobús.

Actualizamos los estatutos en el Gobierno de Navarra. En Junio celebramos nuevamente, en Santa Zita, la fiesta del Finalista. Nos dimos de alta en la Federación Navarra de Deportes de Invierno y montamos una pequeña sección de esquí, de la que se encargaron magníficamente Ana Lerga, Reyes Berruezo y Olga Izco. Federábamos a los esquiadores de Tafalla y también a los de Peralta, Olite, ... y les vendíamos los forfaits para esquiar en Candanchú.

Y seguimos funcionando. Rebuscábamos en la Guía de Montes de Navarra y en el Catálogo de Centenarios, montes nuevos. Los “viejos lobos” del club nos paraban por la calle:

¡ Pero, de dónde os sacáis esos montes tan raros!

Nos reíamos un rato. Nos propusimos instalar en cada Finalista un buzón en las cimas más representativas de nuestro entorno. Empezamos por Buskil, al que siguieron Guerinda, San Pedro (encima de Gallipienzo), Julio, Alaitz…

Por la Casa de Cultura pasaron los mejores montañeros de aquellos tiempos: Mary Abrego, Gregorio Ariz, José Montero, Juan Mari Eguillor “el Pitxi”, etc

Tuvimos elecciones. Antonio Olcoz dejó de ser presidente y salió elegido Luis Ojer, “Marío”. A la junta se incorporaron nuevos nombres: Juan Jesús Burgui y Angel Liberal.

Éstos son a grandes rasgos los momentos importantes de esos años. También hubo ratos malos. Desencuentros, distanciamientos. Las personas somos así. Lo importante es que todo aquello que hicimos, lo hicimos entre todos. A unos les tocaba tirar del carro y a otros empujarlo, pero todos éramos igual de necesarios. Cuando los domingos por la mañana veo a alguien, con la mochila a la espalda, apresurarse a coger el autobús, me emociona pensar que eso sería imposible sin las juntas directivas que nos siguieron. Y que nuestro trabajo de finales de los 80 se lo debemos a los que en aquel lejano 1969, sembraron la semilla del montañismo en Tafalla.

domingo, 2 de enero de 2011

En busca del pozo de Cabriteras




Después de estos días de excesos, estamos como la semana pasada. Llega el domingo y hay que salir a dar una vuelta por el campo. El Templao, cuando le llamé ayer, me dijo que hiciéramos una salida suave. Le hice caso, entre otras cosas porque yo tampoco las tenía todas conmigo. En casa ya ha habido dos hijos con gripe y me parece que ya sé quién tiene todos los numericos de la rifa. Le llamé a Juanjo y me dijo que intentaría ir porque, aunque no se encontraba bien del todo, creía que el domingo estaría en plena forma.


Son las 08,00 horas. Hemos quedado en el barrio. Magán marca 9º y la farmacia 8º. El año empieza como acabó. Llegan Goyo y El Templao. Como Juanjo no aparece, le llamo y me dice que no puede venir. Ha pasado una noche de perros. Está fatal y que nos vayamos.


Por los "enredos" buscamos el camino que nos subirá al Plano. Damos una pequeña vuelta por la urbanización y por fin encontramos la salida. Le cuesta amenecer. El día 5 de Enero será el día en que el sol salga más tarde.


08,30 horas. Finca de Txirolas. Pasamos de largo. La idea es subir por el camino de Falces y volver por la cuesta del melón. Dejamos a nuestra dcha. la Fuente de los Falces y subimos al Plano. Son las 08,50 horas. La claridad se ha abierto paso, casi a pedazos, porque el día viene nublado. No parece que nos vayamos a mojar nosotros, pero no vamos a disfrutar de mucho sol. Hay gran calma. En el corral del Plano hay algún coche de cazadores aparcado. Nos encaminamos hacia el S. Caminar por el Plano siempre es un placer. Más que caminar es llanear.



El camino discurre entre encinas. Vamos a la Cruceta y eso supone que vamos a cruzar el término en diagonal. "En el año 1929, durante unos días, estuvo haciendo maniobras una escuadrilla de aparatos Hispano-Suiza, en el raso del Plano. Se posaban en la parte cercana al corral de ovejas que aún existe. Fué un acontecimiento en la ciudad. Durante su estancia, los tafalleses acudieron en masa paa verlos de cerca y admirar sus vuelos. Los más decididos se prestaban a dar una vuelta sobre la ciudad, invitados por los pilotos. Nosotros recordamos que estuvimos con un "pie en el estribo", pero nos faltó valor a la vista de aquellos aparatos de radiador cuadrado, tren de aterrizaje, cabina al aire. .. Nos sustituyó Carmelo Jiménez que se mostró entusiasmado de ver el pueblo a vista de pájaro, a pesar de los emocionantes vaivenes del viejo Hispano"(Retazos de historia tafallesa)(José Menéndez de Esteban)






09,20 horas. La Cruceta. Lo hemos comentado alguna vez. No queda nada. Se la llevaron impunemente y, a duras penas, una tablilla del coto se manteniene en pie.




Cuando tomamos el camino que nos llevará a la balsa de Cabriteras, el Saso se nos ofrece a la vista, protegido por los molinos de Moncayuelo en lo más alto. Bajamos por este camino y en el primer desvío a la dcha., nos dirigimos hacia la balsa.








09,40 horas. Balsa de Cabriteras. No tiene mucha agua. Decidimos parar ahí a echar un bocado. Un cazador, con sus perros, rebusca en el encinar a algún conejo listo que se la ha jugado. No podemos hablar con él (con el cazador) porque está un poco lejos y va a lo suyo. Cuando terminamos, invito a mis dos colegas a que busquemos la fuente. Había oído hablar de ella hace muchos años a algún paseante y también la cita Jimeno Jurio. Pero lo que despertó mi curiosidad fué una conversación que tuve con mi cuñado Jesús, nieto, hijo y sobrino de cazadores.




De chaval, cuando acompañaba alguna vez a su padre, recordaba que la cuadrilla de cazadores solía hacer un calderete, y tomaban el agua de allí. Es un pozo cuadrado, con una tapa metálica. La levantamos y vemos que el nivel está muy alto. Se notan las últimas lluvias.

"El agua de este manantial de Cabriteras o del Plano fue aprovechada desde antiguo para abrevar el abundante ganado lanar que pastaba en la zona, y sirvió de límite entre las hierbas destinadas al rebaño concejil de la carnicería, y a los particulares de la mesta: "Una fuente en el Monte Plano, a la bajada de él, en el camino al término común del Saso, y a sus aguas acuden a vever los ganados de la Carnicería y los de la Mesta, indistintamente". El camino que pasa contiguo a ella servía de muga divisoria entre las hierbas de la Carnicería y de la Mesta. Año 1816" (J.M. Jimeno Jurio)(Toponimia histórico-etngráfica de Tafalla).


Subimos nuevamente al Plano. Es curioso este paseo. Para llegar a la balsa hemos tenido que subir la cuesta del camino de Falces, hasta la gravera y, después, en la Cruceta descendemos buscando la balsa. En su orilla estamos a 430 mts. de altitud. 9 mts. mas que la Estación.

Seguimos dirección Tafalla. Una familia de cazadores ha parado a almozar y nos saludamos. Como están a dos carrillos nos parece inoportuno preguntarles qué tal va la mañana.


Nos encaminamos hacia la Cuesta del Melón. A medio trayecto nos encontramos con la mujer de Juanjo y sus cuñados. Están en un desvío del camino. Goyo propone que vayamos por allí y que conozcamos ese trayecto. El camino muere en un cercado nuevo, con alambre de espino. Para atravesarlo lo tenemos que saltar por dos sitios. Félix Txirolas nos dirá luego que ahí van a hacer una repoblación forestal con plantas autóctonas y que el cercado es, sobre todo, por los jabalíes.



Goyo se echa al camino y El Templao y yo atravesamos un sembrado y un olivar hasta que llegamos a la viña de Txirolas.

10,55 horas. Félix, tijera de podar en mano, nos recibe con afecto, como siempre. Tiene mas de media viña podada. Nos explica que deja dos pulgares, más uno ciego, en el sarmiento que brotará en primavera. El truco es el siguiente. Si cae alguna helada tardana y los quema, el ciego que no brotaría, entonces lo hará y no se habrá perdido todo.



Lo dejamos trabajar. Visitamos su caseta. La tiene hecha un primor. Si cundiera su ejemplo, qué sería pasear por el campo.

Seguimos hacia el pueblo. Empezamos a encontrarnos con paseantes. A las 11,15 horas volvemos a entrar nuevamente en los "enredos".

Nos despedimos hasta el domingo que viene. Ya veremos. No las tengo todas conmigo.

Buscando el pozo de Cabriteras at EveryTrail
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