domingo, 30 de octubre de 2011

La vuelta a las mugas (IV)


Comenzamos el mes haciendo una etapa de la vuelta a las mugas y lo terminamos con la siguiente. Han sido unos domingos en los que, por unos o por otros, la hemos tenido que posponer. Lo importante es dar toda la vuelta completa. No nos importa ni en cuánto tiempo ni en cuántas etapas.


El 2 de Octubre nos quedamos en la Cañada real de la Bardena a los Montes de Andía. Así que hoy toca comenzar allí nuestro recorrido.

Son las 08,00 horas del horario nuevo, por tanto ya ha amanecido. Magán marca 9º y la farmacia 8º. El día está despejado y apenas anda aire. Mientras esperamos a Rosa y Juanjo, vemos que la niebla está agarrada en el S. Veremos qué pasa en el Saso.

A las 08,30 horas aparcamos el coche junto a la cañada. La muga discurre por el cresterío que hay entre los pinos de repoblación y Moncayuelo. Volvemos a encontrar señales de la Vera Cruz. Juanjo ha hecho sus averiguaciones y parece ser que los Templarios tenían la costumbre de ir en peregrinación hasta Caravaca de la Cruz, donde se encuentra un "lignum crucis". Utilizaban las cañadas, evitando los núcleos de población. Cruzamos una pieza labrada en fuerte repecho y, en diez minutos, llegamos a las tablillas.



A modo de parapeto para la caza, hay una pared de piedras y un mojón con las letras bien grabadas en las que leemos "Falces".




La vista hacia el N. es fantástica. Nosotros estamos a pleno sol y en la depresión del Saso la niebla está agarrada. Por encima de ella se asoma la Higa de Monreal. Un mar de algodón nos separa de la Sierra de Alaiz.




La fila de mugas continúa en dirección E. Al llegar al pinar deberíamos seguir por detrás de él, pero continuamos por delante y así seguimos disfrutando de este primer día otoñal. Nos preocupa si se habrá despejado la niebla cuando haya que bajar para continuar hasta La Cruceta en el Plano.



Los mojones y las tablillas vuelven a aparecer cuando se termina el pinar. Moncayuelo luce, hermoso, su vértice geodésico, blanco por el reflejo del sol. Estamos a diez minutos de él, pero no queremos subir. A su izda. se asoma el monolito que conmemora las campañas que hizo Abderramán III por la zona.

"Al relatar la campaña hecha por Abderramán III contra tierras pamplonesas, Ibn Idari describe la marcha del ejército por los pueblos de la ribera hacia el castillo de Tafalla, que gozaba de gran reputación. Aquí encontró muchos víveres y grandes riquezas. Lo saqueó, y destruyó sistemáticamente las casas y demás construcciones (...) El cronista de la expedición, que ha contemplado en la cuenca baja del Arga un paisaje urbano de arrabales y cuevas, descubre al llegar a Tafalla nuevas formas de hábitat, casas y edificaciones, señalando la frontera de dos sistemas de vida distintos: Montaña y Ribera. (J.M. Jimeno Jurío)(Toponomia Histórico-Etnográfica de Tafalla).

Los molinos junto a Moncayuelo están en movimiento. Buena señal. El viento, poco a poco, despejará la niebla. Estamos a casi 500 mts. de altitud y el día es extraordinario. Se va a cumplir el refrán: "Mañanitas de niebla, tardes de paseo".

Comenzamos a descender.




En la zona más alta del Saso, que es el Caserío de la Navascuesa, la niebla deja ver el edificio. Para cuando lleguemos al fondo, se habrá ido toda.

El campo está seco. La tierra, preparada para la siembra, suplica agua. Habían anunciado lluvias para esta semana pasada. El lunes cayeron dos litros y el jueves, tres. Esto es un desastre.

Caminamos dirección N. Cuando llegamos a una pieza donde han colocado dos registros para el regadío, nos paramos a almorzar. Son las 10,00 horas. La niebla ha desaparecido y mientras hincamos el diente a los bocadillos, descubrimos El Saso desde una perspectiva distinta. Estamos en un lugar privilegiado. Tenemos enfrente el Caserío de Gregorico y a su dcha. el de la Chiquitina. Las Zorreras forman una verde barrera, protectora del campo. El Corral de Esteban, el más cercano a nosotros, canta melancólico:


"Qué triste se ha vuelto el Saso

sin galeras y sin mulas,

no hay jotas en los caminos,

alegrando la llanura"

(Arantxa Marco Hermando)(Los Gregoricos. Raíces tafallesas y genealogía de los Zaratiegui)

Miramos al sur y la imagen es insólita: El Moncayo, azul y gigantesco, se inclina hacia Moncayuelo y parece como si le susurrase consejos de padre, o de abuelo, mientras los molinos se agitan alborozados.

Comenzamos a andar por una zona con la hierba echada pero muy tupida. Una liebre salta de mis pies y emprende una carrera veloz. Se para, nos mira y vuelve a correr. Cuando sale a una pieza limpia, acelera y trazando una amplia curva se mete en un ribazo. Nosotros nos hemos quedado con la boca abierta.



Más adelante, en el cauce de una acequia llena de vegetación, nos paramos ante el espectáculo de montones de telarañas. En algunas, la araña está al acecho e impone ver su tamaño.

En el otro lado de la muga, que es Olite, han puesto maíces. Están altos. Con el agua que sobra han hecho una pequeña balsa. Es la única con agua de todo el Saso.

Poco a poco el terreno inicia una cuesta arriba.



Llegamos a un mojón con un rebaje interesante en su frontal y salimos al camino que nos lleva a la Cruceta. Son las 11,05 horas y estamos en el Plano.

La muga entre Tafalla y Olite es singular. En nuestro lado se ha conservado el encinar, sin embargo nuestros vecinos lo roturaron y ha quedado un raso, como el nuestro, pobre e improductivo.

El camino es ancho y el piso bueno. Los mojones, con unas imponentes "O" y "T" bien labradas se van sucediendo.

Comenzamos a descender por el Canto del Plano y llegamos a un puente que cruza la autopista. 11,45 horas. Salimos a la carretera de Peralta y la cruzamos.



Aprovecho para llamar a mi hijo Pablo para que venga a recogernos en la carretera de Olite, a la que llegamos a las 12,00 horas.

Tenemos delante el Polígono Industrial de La Nava. Los campos de cereal y viñas han dado paso a las naves industriales. El paisaje ha cambiado. Venimos del Saso donde no hay cables ni ruidos y estamos en la zona industrial de la ciudad.

Cuando llega el hijo volvemos de nuevo a la Cañada a recoger el coche de Juanjo. Hemos vuelto a disfrutar del campo en ese desolado inmenso que es El Saso.


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domingo, 23 de octubre de 2011

Ha aparecido


Este artículo lo publicaron en el nº 223 del 15 de Octubre de 2011 de la revista La Voz de la Merindad.

El 15 de Noviembre pasado, en esta revista, expresé mi malestar por la desaparición de una cruz de piedra en el Mocellaz.

Pequeña y humilde, siempre la habíamos conocido mutilada, llevaba más de 250 años en aquel lugar. Desde su altura, por encima de los pinos de la Carravieja, podía divisar en los días claros la sierra de Codés, a cuyo santuario ofrecía su devoción. Era un testigo mudo de la historia tafallesa. En una ezpuenda de la cañada de Balgorra vio pasar, cada año, los rebaños roncaleses hacia los pastos de invierno. Nos la imaginábamos mirando con asombro el fastuoso cortejo que llevaría Alfonso XII en aquella mañana de domingo de 1875, cuando decidió darse una vuelta a caballo por Sansoain y volver por Pozuelo, o en los años cuarenta del siglo pasado, esquivando las balas que disparaban los soldados acuartelados en Tafalla cuando salían de maniobras. Atenta siempre a las conversaciones de labradores y pastores, temblaría pensando que las obras del ferrocarril llegarían hasta allí. Aún tendría el susto en el cuerpo y vino la autopista. Las obras del canal consiguieron tranquilizarla. Había sobrevivido a tres cortes de la Cañada. Nada le podía ya afectar.

Estaba equivocada. Alguien le echó mano y la desencajó de su base. La dimos por perdida. Y unos días más tarde, se habían llevado incluso la base.

Pero poco antes de Fiestas, un cazador llevó a sus perros a corretear por allí y con asombro vio la pobre piedra tirada en la orilla del camino, cerca de donde había estado siempre. Abandonada con prisas y sola, sin su base.

Me llamó para contarme el hallazgo y al día siguiente me fui a ver el “milagro”.

A los pocos días, para evitar daños mayores, la cargamos en una furgoneta y la pusimos a buen recaudo.

El Patronato de Cultura está al tanto de lo ocurrido. Ahora hay que decidir dónde se coloca esta pequeña joya. Siempre hemos pensado que el mejor sitio para apreciar lo poco que nos queda es donde ha estado siempre. Pero éste es un caso diferente. El camino muere en la orilla del canal. Salvo quienes tengan alguna pieza en cultivo o los cazadores, nadie va a pasar por allí. En mi opinión, no tiene sentido volver a colocarla donde estaba y arriesgarse a un nuevo robo. Un buen lugar podría ser algún parque o rotonda, encima de un pedestal y con una placa que explicase su historia.

domingo, 16 de octubre de 2011

En la soledad de Solrío







Hoy tampoco vamos a seguir con la vuelta a las mugas. Rosa y Juanjo no pueden venir, así que la posponemos a otro día. A Tafalla se espera que venga mucha gente. Es el día del Nafarroa Oinez y toda la zona del Plano y el Curtido está ocupada con sus áreas. Inma y yo buscamos la tranquilidad del campo y nos vamos hacia el E. En el Prado de Solcanto seguro que no encontramos a nadie y disfrutaremos de una mañana agradable en este raro otoño.








Son las 08,00 horas. Magán marca 12º y la farmacia tiene el termómetro apagado. Estar siempre discrepando agota mucho y se le habrán fundido los plomos. El cielo está encapotado, pero no hay riesgo de lluvia. Va a hacer buen día, aunque ahora la mañana está fresca.

Bajamos hacia la rotonda del 1043. Está todo vallado así que en lugar de ir por la orilla del barranco del Abaco, salimos a la carretera, junto al campo de fútbol, y cruzamos para ver la presa de los Frailes.






A lo largo de los siglos, según cuenta Jimeno Jurío, ha tenido varios nombres: Presa de Sant Andrés, Presa de Jus la iglesia de Sant Sebastián, Presa del río de los frailes, Presa de San Francisco y la denominación actual.

Tiene un gran remanso de agua. No salta, como ninguna de las del Cidacos, pero está limpia. Antes de hacerse la depuradora, solíamos ir a verla y, sobre todo en verano, sus aguas negras y el hedor que despedía, invitaban a permanecer poco rato allí. Las aguas fecales de todo el pueblo tenían su salida en las Adoberías y allí se estancaban esperando las ríadas del invierno.

Salimos nuevamente a la carretera. Cuando pasamos debajo del puente de la autopista, tomamos el camino de la izda. y nos adentramos en Gerón. Tenemos a un lado la Ermita de San Gregorio y a nuestra dcha. las viejas cuadras de Garro.








Como el primer camino a la izda. que siempre tomamos tiene la cadena echada con un letrero que indica "camino particular", seguimos por el principal y cuando vemos la pasarela sobre el Cidacos, orillamos una pieza y llegamos al río. Son las 08,45 horas. El puente metálico es estrecho. Como el río está casi seco, la altura parece mayor. Agarrándonos a las siergas que hacen de barandado, cruzamos a la otra orilla.








"Arquilla. Término denominado El Arquilla; La Arquilla; Larquilla. Forma predominante durante los siglos XVI y XVII. Paraje en regadío, cruzado por una "cequia vecinal" (Año 1530). Topónimo en desuso y olvidado. Designó un paraje al S. del término, contiguo al de Olite, entre el río Cidacos y "la cequia mayor de so el río". Absorbido por el de Solrío. Abundaba el viñedo" (J.M. Jimeno Jurío)(Toponimia Histórico-Etnográfica de Tafalla).




Por una pequeña senda salimos a una pieza que ahora es un maizal. Está alto y tupido. Hemos conocido este campo con cebada y con esparragueras. El canal ha traído este nuevo cultivo. Nos movemos en dirección N. Por su orilla, parece como si camináramos por una selva frondosa. Salimos al camino.








Tenemos enfrente los pozos del Escal. Junto a ellos hay una hermosa plantación de pimientos. En dirección S., por buen camino buscamos un lugar en el que cruzar la vía. Lo hacemos y mientras continuamos por la orilla de una acequia profunda, buscando un lugar por donde atravesarla, viene un tren de mercancías. El ruido es estremecedor; estamos a un par de metros de la vía. Va veloz en dirección a Olite y levanta unos remolimos de aire que nos obligan a pararnos.










Al cruzar la acequia se abre ante nosotros todo Solrío, con el caserío enmarcado por el pinar de Valmediano. A nuestra espalda, la megafonía instalada en el Curtido y Margalla lanza canciones al viento. Donde estamos la soledad es absoluta. A las 09,30 horas llegamos al caserío. Destartalado y sucio tiene un atractivo difícil de explicar. Caserío de Solrío o de Aldaz.

Cuando era chaval recuerdo a D. Florencio Aldaz, que llegó a ser magistrado del Tribunal Supremo en Madrid, con su bigote y su delgadez. A pesar de su posición social era un hombre rocero. Se paraba con la gente y le gustaba conversar un rato con todo el mundo.

En un molón de piedra nos sentamos a almorzar. La mañana no termina de espabilar. Al S., el castillo de Olite se recorta en el cielo gris. Un helicóptero sobrevuela el Plano. La música cada vez se oye más fuerte. En Solrío la calma es total. El campo, labrado, espera suplicante las lluvias. El corral está cerrado, sin ganado. No hay actividad en este domingo otoñal que engaña disfrazado de verano.










Salimos en dirección N. para tomar el primer camino a la dcha. Atravesamos el Prado de Solcanto. Ya lo he contado otras veces. Las obras de la concentración han supuesto el arreglo del camino y su saneamiento. Lentamente ascendemos hasta el Portillo de Valmediano. El paisaje, aunque conocido, nos sorprende una vez más. Valmayor en la hondonada y en un pequeño cerro, el Corral de la Garganta. Inma no lo conoce y nos vamos allí. Cruzamos el prado de S. a N. y, antes de salir a la crta. torcemos a la izda.








A las 10,25 horas llegamos al corral. Ya no hay ruido de esquilas, ni se oye la voz cantarina de Emiliano "Chambe". Le cuento a Inma que en la era en la que nos encontramos, en los año 70, como Los Doce ya no podíamos almorzar en el Caserío de Femate por miedo a algún derrumbe, hicimos aquí nuestra parada "reconstituyente" durante dos o tres años. Después pasamos al refugio de la Carravieja que se demolió hace un par de años.












Bajamos al camino que va paralelo al barranco de la Garganta. Un conejo muerto está sirviendo de festín a moscas y hormigas.














Atravesamos un par de rastrojeras y llegamos al Caserío de Fernández (o de Valmayor). Son las 10,45 horas. Damos una vuelta alrededor de los edificios y visitamos la balsa.






Vemos, con estupor, que alguien provisto de un hacha se ha dedicado a dejar constancia de su condición de cafre. Nos indignamos ante la estupidez de algunos.

"En 9 de Noviembre de 1853, el guarda Ortigala declara, que el domingo último a las 9 de la mañana prendó a Antonio Limón con una alforja de uvas que traía de una viña de D. Gerónimo Salvador en el Pontarrón, citado por la audiencia el 10 de Noviembre comparece y dice, que las dos uvas las compró a un sujeto que no conoce, el guarda insiste en la denuncia y para su comprobación presenta una declaración del vedor de campos Agustín Huarte de fecha 8 del actual, por la que resulta que habiendo pasado en compañía del mismo guarda a la viña de D. Gerónimo Salvador, vio faltaban treinta y nueve uvas manuelas llevadas de personas" (Fernando Maiora)(Tafalla, del reino de Navarra).

Salimos por camino que sube al Pontarrón y llegamos a la crta. de San Martín. Al cruzar el puente de la autopista, vemos un espectáculo que no se ve casi nunca. Una fila de coches de varios kilómetros espera pacientemente para poder entrar en Tafalla por la salida sur. Hoy viene mucha gente a Tafalla y, como pasa casi siempre, todos a la vez.

A las 11,15 horas entramos en Tafalla. La Avenida de Sangüesa es un río de personas. Como vamos en la misma dirección, nos confundimos entre la multitud.
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domingo, 9 de octubre de 2011

El arco iris en Valdiferrer




Hoy tocaba hacer la cuarta etapa de la Vuelta a las Mugas, pero lo hemos aplazado porque Rosa y Juanjo tienen un compromiso familiar y, como la hemos empezado juntos, la terminaremos juntos.

La semana pasada le llamé al Templao. Me dijo que está bien. Como el tiempo aguanta ha empezado a caminar todos los días una hora y media y así mata el "gusanillo". Le gustaría mucho juntarse con nosotros, pero por ahora no puede ser.

A las 7 de la mañana han cantado debajo de casa los auroros a la Virgen del Rosario. Después saldrá la procesión de Los Muros con el rollo de cera portado por Los Doce.

Son las 08,00 horas. Magán marca 13º y la farmacia 12º. El cielo está muy nublado, pero no tiene pinta de que nos vayamos a mojar. Algo de frío sí que pasaremos, pero el agua... de la cantimplora. Desde el 5 de Junio no hemos estado en Valdiferrer, así que hoy, Inma y yo, nos vamos hasta allí. Esa zona también (¡qué raro!) nos gusta para andarla.

Por las casas baratas salimos a la crta. de Artajona y, al terminar el polígono industrial, tomamos el primer camino a la izda. y comenzamos a subir hacia el Vaquero. El cielo está gris plomizo, pero como me dijo el viernes un labrador de los de "antes", en Tafalla nunca llueve de cierzo, y hoy viene frío.


No tomamos la primera bifurcación a la izda. Seguimos de frente hasta el canal. A las 08,45 horas llegamos a su orilla, pero antes bajamos a una cantillo amplio en el que hay unas ruinas de un viejo corral. No sabemos su nombre. Ha quedado ahí, en tierra de nadie. El Gurrutxo a nuestra dcha. nos espera inquieto. Hoy no lo visitaremos.
Cruzamos el canal y seguimos por el camino de La Quitana. Su corral, situado en un pequeño cerro, tiene el privilegio de ser divisoria de aguas. Hacia el N. las aguas corren en dirección a Artajona y de allí al Arga. Sin embargo, hacia el S., bajan a Tafalla para morir en el Abaco y finalmente en el Cidacos.
Al llegar a una viña abandonamos el camino principal y, por un camino que la va orillando, nos acercamos a un cantillo que da paso a una ladera repoblada de pinos. Estamos en el Almendrolar. Entre los pinos, con dificultad, vamos descendiendo. A veces el terreno se cierra debido a los chaparros y las zarzas que, sin la presión del ganado, crecen en los claros del pinar. Por fin podemos salir a terreno despejado. Nos dirigimos al camino que baja desde la Aquitana y llegamos al barranco. La balsa de la orilla del camino está seca.



Un poco más adelante está el cruce que sube al caserío. Han colocado un aviso de batidas al jabalí. No nos preocupa; estamos en terreno abierto y no vamos a tener problemas con los cazadores.

"Valdiferrer: Paraje relativamente extenso en el NO. del término, lindante con el de Artajona, Práu Redondo y Lobera (N), Almendrolar, Vaquero (E), carretera de Larraga y Valditrés (S), Beratxa y Artajona (O). Los límites no son claros. Al N. se inicia un barranco, que se desarrolla por el término de Artajona, al que unos consideran Valdiferrer y otros llaman Práu Redondo e incluso Laquitana". (J.M. Jimeno Jurio)(Toponimia Histórico-Etnográfica de Tafalla).




El camino asciende suavemente. Llegamos a la edificación. El abandono es palpable. Caserío de Valdiferrer. Son las 09,45 horas. Al abrigo de una tapia nos sentamos a echar nuestro pequeño bocadillo. El viento trae, de vez en cuando, unas gotas de agua tan pequeñas que deben de ser microscópicas. No llegan ni al suelo. Mientras reponemos fuerzas, le cuento a Inma cuántas veces estando aquí , oía subir por el camino una vespino. Era Juan Iriso, el propietario. A mí me conocía desde chaval por la amistad que había entre las familias y pegábamos un rato la hebra. Me gustaba preguntarle por los cultivos, el ganado que se cerraba entonces aquí y por todo lo que se me ocurría.



Volvemos por el mismo camino por el que hemos subido y salimos nuevamente al principal. Entramos en la primera pieza a nuestra izda. que está todavía en rastrojo y ascendemos poco a poco hasta las inmediaciones de la Abejera de Garbayo. Volvemos a estar en el Almendrolar.



Unos metros más adelante abandonamos la pieza y tomamos dirección N. para salir a un camino; en su orilla se encuentra la cruz de Corpus Alegría. Son las 10,30 horas. Hacemos nuestra parada obligada. El campo está tan seco que no podemos ponerle ni flores. Otra vez será.
Por ese camino, en dirección E., volvemos para casa.



Echamos la vista atrás y nos detenemos a contemplar el paisaje. El arco iris quiere bajar hasta el caserío de Valdiferrer. No tiene nubes suficientes para su empeño. La vista desde aquí es excepcional. El campo ha sufrido muy pocas transformaciones. El terreno es duro y el clima áspero, pero éste también ha sido un buen granero tafallés.
"En 8 de Octubre de 1817, Joaquín Espinal, guarda jurado declara, que ayer 7, entre 12 y 1 del día halló a un hijo de la Rosa la Cantera, en una viña de Eusebio Monreal, en término de las Losillas" (Fernando Maiora)(Tafalla, del Reino de Navarra)
Bajamos hacia la hondonada donde se junta Losillas con La Quitana. Las fincas de recreo se han ido adueñando del terreno. El cereal deja paso al olivo y las viñas.



Como hemos tomado un camino más al S. llegamos a la zona donde el canal va subterráneo. La pista, con los tubos debajo, es una larga recta que sube hasta el Plano.
Tafalla está a tiro de piedra. Los Altos de Guindilla están tapados por las nubes. El día es desapacible, casi frío, pero no hay manera de que llueva. A lo lejos un tractor está trabajando la tierra. Levanta tanto polvo que parece que hay un incendio.
Estamos cerca de la carretera de Estella. A nuestra izda. Losillas y a la dcha. El Costal. Debajo de la serrería de Martínez se acaba el camino.
Son las 11,00 horas. Ha sido una vuelta preciosa. De esta parte del término nos gusta todo, incluyendo sus nombres.

El arcoiris en Valdiferrer at EveryTrail
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domingo, 2 de octubre de 2011

La vuelta a las mugas (III)




La tercera etapa de la vuelta a las mugas discurre por tierras alejadas del casco urbano. Hay que volver a utilizar los coches. A las 07,30 horas hemos salido Juanjo y yo con nuestros coches. Entrando por el camino siguiente a Piedrafita, pasamos por el caserío de Gregorio Grande, por el de Gregorico y hemos dejado el coche de Juanjo en el Caserío de Manuel. Como hemos calculado mal el tiempo, a las 8 de la mañana todavía estamos en el Saso. Volvemos en mi coche por el Plano y llegamos a Tafalla a las 08,30. El padre de Juanjo, con toda su santa paciencia, nos está esperando en su coche, desde hace media hora, para llevarnos a la muga junto al Caserío de La Sarda.







A las 08,45 horas, después de darle mil veces las gracias, salimos dirección S. En el pueblo, Magán marcaba a las 7,30, 13º y la farmacia 12º. La mañana está fresca. No anda aire y el cielo está limpio. No quiere llover y el campo, sobre todo la parte que vamos a patear hoy, está de pena. Muchos labradores ya han trabajado la tierra y están a la espera de una borrasquilla para comenzar a sembrar. Las predicciones no son halagüeñas. En los próximos siete días no va a caer ni gota.


Caminamos por la Cañada de Tauste.




La muga está a nuestra dcha. Las tablillas y mojones se suceden, indicándonos que llevamos bien la ruta.


Son las 09,00 horas. Pasamos junto a la Lagunilla de Cascarruejos. Tiene muy poca agua. Extensa y limpia, en enero o febrero vendremos a verla. Si llueve... será un espectáculo verla llena. Los pinos de Tamarices parecen querer bajar y beberse el agua. Las calizas en las que se asientan están secas y blancas.


A nuestra izda. volvemos a ver pequeñas señales de la Vera Cruz. Juanjo dice que ha consultado en la enciclopedia de Navarra y no ha encontrado ninguna referencia a este camino. Pensamos si será algo relacionado con la cañada de Tauste.


Dejamos de ver las tablillas y los hitos. Cruzamos en dirección O. y llegamos a un corral desconocido para nosotros. Juanjo dice que éste puede ser el del Rincón. Aunque discrepo, porque ya comenté otro día que al Caserío de Moreno, que está más al E. le llaman "el del Rincón", sospecho que tiene razón. La muga hace un entrante hacia Larraga y lo más probable es que el Corral de Moreno y el del Rincón sean distintos. Lo comprobaremos con el Sitna. Volvemos para tomar la cañada. Hasta que no salgamos a la carretera de Miranda, no vamos a ver más indicaciones de la muga.







09,35 horas. Pasamos junto al barranco grande de Candaraiz. La erosión ha hecho unos tajos enormes. Casi sin vegetación, las aguas bravas, en las tormentas, se llevarán todo lo que encuentren a su paso.


A las 09,50 horas llegamos a la crta. de Miranda. En la cuneta de enfrente están las tablillas. La cruzamos y, continuando por la cañada, comenzamos el ascenso de una suave pendiente.






A medio camino paramos a contemplar el paisaje. Resguardados del frío del norte vamos nombrando los caseríos de Candaraiz: Aquí abajo el de Sánchez, más arriba las ruinas del de Moreno y a su dcha. el de Eulalio y la Escolara. Cómo nos gustaría encontrar documentos y testimonios que nos hablasen de vidas, trabajos, canciones, penas y alegrías acontecidas a lo largo de los años entre sus paredes.


"Año 1870: Mozos que viven en caseríos diseminados por el término y que son de reemplazo: Seberino Sánchez, habitante en el caserío de Candaraiz, de la pertenencia de D. Miguel Escolar. El Ayuntamiento acuerda se averigüe el pueblo de su naturaleza para reclamar su partida de bautismo" (Fernando Maiora) (Tafalla, del reino de Navarra)


Continuamos adelante. Las tripas empiezan a protestar. Inma y Rosa han salido más tarde, pero nosotros llevamos desde las siete de la maña en danza.


A nuestra izda, en el lecho de un barranco, descubrimos un tamariz pequeño pero que nos va a proporcionar sombra. Son las 10,10 horas. El sol ya calienta. El día viene fuerte. Aunque por la noche refresca, por el día estamos como en pleno verano. Las quitameriendas estaban cerradas por el frío cuando hemos salido, pero ahora ya se han abierto. Almorzamos con ganas.








La sombra es tan reducida que no cabemos los cuatro en ella. Evocamos la vida de los Zaratieguis y los Aguirres en estos parajes tan duros y lejanos de la población.






Salimos de nuevo a la cañada y seguimos en dirección sur. La muga con Miranda delimita las piezas. Nuestros vecinos han puesto, gracias al regadío, maíz y empieza a estar alto. Todavía no tiene panochas. Sus flores ya están listas para granar.


La muga se va hacia la dcha. para subir por el cerro anterior al de Moncayuelo, pero nosotros no vamos a subir hoy hasta allí. En la siguiente etapa iremos por toda la cresta.


"Muga de Falces: Divisoria entre los términos de ambas poblaciones; tierras del Saso próximas. La marcaban 23 mojones en 1797; comenzaban "en el cubierto de Juan de Navascués , en el Saso, junto al camino antiguo de Tafalla a Falces, mojón señalado con tres cruces a modo de la de Carabaca, para denotar los términos divisorios de dichas tres repúblicas de Olite, Tafalla y Falces" y terminaban en otro mojón con tres cruces de Caravaca (repúblicas de Falces, Tafalla y Miranda). Siguen denominando así a las tierras sitas al O. de la cañada real. La línea divisoria va por la cresta del monte, plantado de pinos en lo de Tafalla y con algún carrasco residual en lo de Falces" (J.M. Jimeno Jurio)(Toponimia histórico-etnográfica de Tafalla).
pincha aquí. para ver la cruz de Caravaca.






En este punto hay un camino que tiene dirección N. Lo tomamos porque volvemos al Caserío de Manuel para coger el coche. Ascendemos a la pequeña loma que domina la construcción. La furgoneta de Reinaldo sigue allí. Es el pastor. A la mañana hemos estado con él y nos ha dicho que para las doce volvería con el rebaño porque hace mucho calor. Son las 11,30 horas, aún no ha regresado. Nos perdemos un rato de conversación. Queríamos preguntarle cómo lleva la sequía. Qué come el ganado. Si había conocido alguna vez las balsas sin agua, y... un montón de cosas más.


La próxima etapa la comenzaremos en el vértice que hace la muga Tafalla-Miranda-Falces. No sabemos dónde acabaremos, aunque nos gustaría llegar hasta la carretera de Peralta.