martes, 27 de diciembre de 2011

Navidad en el Tajubo





Este año, como ha caído Navidad en domingo, se nos ha trastocado un poco el calendario. Quedamos en salir hoy. Haremos una vuelta corta porque a las 12 queremos estar en San Pedro para celebrar la festividad de San Esteban. La Coral Tafallesa canta la pastorela y, en esa iglesia, la acústica es perfecta. 
Son las 08,00 horas. Magán marca 1º y la farmacia -1º. Al contrario que el año pasado este mismo día, no anda aire y el frío se soporta bien. 
Inma y Rosa no conocen las ruinas que hay encima del Corral de los Toros y queremos enseñárselas. 
Comenzamos a subir por la carretera de Artajona. El paseo es incómodo. Aunque no hay un tráfico abundante, de vez en cuando viene de frente algún coche que nos obliga a orillarnos. 
La rosada tiñe de blanco las zarzas que cubren el Barranco del Abaco. 
A las 08,45 horas llegamos junto al túnel del canal en La Lobera. Un camino que sube en dirección N. nos invita a cruzar el canal para llegar en 15 minutos al Corral de los Toros. 





La soledad es absoluta. El día está claro y limpio. El sol se empieza a adueñar del campo pero, en las sombras, el frío nos obliga a llevar guantes y gorros. Nos detenemos un momento a contemplar el edificio y recordamos las conversaciones con "Pastoril", cuando el Templao y yo volvíamos del Buskil y él estaba en plena faena con su rebaño. 






Un poco más arriba, entre robles, enebros y encinas, nos acercamos a las ruinas de la enigmática construcción. Son las 09,15 horas.  Aún sigue en pie.  Cuanto más la vemos, más sorprendente nos resulta. Por más vueltas que le hemos dado a la documentación que poseemos, no hemos encontrado nada sobre su origen. 






La puerta y las esquinas están construidas con piedra de sillería. Aunque desmochada, tiene una altura considerable. ¿Era una torre de vigilancia o simplemente un refugio de pastores? Tenemos la esperanza de dar un día con algún dato. 





Volvemos a salir al camino junto al Corral de los Toros y subimos hacia el N. Llegamos a una enorme piedra lisa. Estamos en el Tajubo. "Zootopónimo . Variante de Tajugo; Tejón. Tajugo. Se oyen las formas: Tajubo, tajudo y tajugo. Paraje en el Monte Alto, al E. del camino al Portillo del Sastre, hasta la muga de Pueyo (N. y E.). Terreno repartido entre las Corralizas de los Toros y de la Gariposa. Nombre moderno, debido a la presencia de tejones". (J.M. Jimeno Jurío)(Toponimia histórico-etnográfica de Tafalla) 






Desde aquí el paisaje en el NE es una maravilla. La Peña de Unzué y la Higa, azules, miran de reojo a la Peña de Izaga que se alza junto a ellas, digna y lejana. San Pelayo, con sus apenas 962 mts. de altura les cuenta historias antiguas de navidades felices en los pueblos vecinos. De las chimeneas de Amatriain, Artariain y Orisoain se escapan aromas de cardos, corderos asados y turrones  de almendras. 
El desconocido y olvidado Tajubo, como queriendo reivindicarse, nos muestra  la suavidad de sus campos, inmensos y verdes.





En un carasol sacamos los bocadillos. Son las 09,30 horas. Nos sentamos junto a unos coscojos. De su interior, como si se tratara de un reloj de cuco, sale un petirrojo. Gordo y confiado, nos mira con curiosidad. Está a poco más de un metro y ni se inmuta. Las plumas rojas de su pecho dan color al verde oscuro de los chaparros. El Tajubo no tiene acebos, pero el pajarico le da un toque entrañable a este rincón. Salta sobre nuestras cabezas y nos mira desde el sembrado. Intento acercarme para sacarle una foto pero le vienen las dudas sobre mis intenciones y se adentra en la maleza. 
Ya he dicho que llevamos un poco de prisa. Nuestra intención era llegar hasta el corral de La Gariposa. Tomamos un camino y comprobamos que nos saca de nuevo al Corral de Los Toros. En lugar de volver, seguimos hacia el pueblo. 
La temperatura ha subido. 





El camino, ancho y arreglado, nos lleva cómodamente entre campos de cereal hasta la orilla del canal. Lo cruzamos por un puente y comentamos lo turbia que está el agua. 
Este camino nos saca a la carretera. Volvemos a pisar asfalto. El tráfico se ha incrementado. Afortunadamente, tenemos la mitad de trayecto que a la ida.

A las 10,30 horas entramos en el pueblo por la zona de las Casas Baratas. Es día festivo en Tafalla. El comercio está cerrado y los pocos transeúntes que vemos son madrugadores o trasnochadores. Depende de la edad.   

lunes, 19 de diciembre de 2011

Los santos lugares






Tradicionalmente, los clubes navarros de montaña acuden el domingo anterior a la Nochebuena a San Miguel de Aralar a celebrar el día del Montañero (Mendigoizaleen eguna). Este año les ha tocado mucha nieve. En mis tiempos de la S.M. Alaitz nos tocó de todo; días primaverales en pleno Diciembre y nevadas nada más salir de Huarte Araquil.
Nosotros, a partir de este año, también vamos a tener una cita fija.
El domingo anterior a la Nochebuena iremos a los Altos del Planillo a visitar al tío Manolo. En "los santos lugares" que decía él, pusimos una piedra con su nombre tallado y una espiga.
Son las 08,00 horas. Magán marca 4º y la farmacia 3º. Llegamos a casa de Rosa y Juanjo para salir desde allí. Nos dicen que el termómetro que tienen en la terraza marca 2º.







Subimos hacia la cooperativa agrícola. El día amanece despacio. Hacia el S. está despejado, pero en el N. unos nubarrones negros amenazan con lluvia o nieve. Decidimos seguir. En el Caracierzo de la Celada las viñas retuercen sus dedos implorando abrigo. Comienza a caer una lluvia fina. No nos echa para atrás.
A las 08,30 horas llegamos a la carretera de Miranda y la cruzamos. Entramos en El Planillo. Para de llover y ya no lo hará en toda la mañana. En el suelo no hay mucho barro. Comenzamos a subir y abandonamos la pista de concentración para continuar por la dcha.





El viejo camino de herradura serpentea entre romeros, tomillos e ilagas.
A las 09,00 horas llegamos al alto.
La base de hormigón, lavada por la lluvia, muestra claramente sus letras. "DFN. Respetad".




Nos acercamos al cortado y allí está la piedra que, a modo de lápida, colocamos a primeros de Noviembre. Alguien ha plantado un pequeño pino junto a ella.
Contemplamos un buen rato el paisaje. A nuestros pies se extiende el Prado de Rentería. Sembrado de alfalfa y cebada, da serenidad al paisaje duro de calizas y arbustos. Hacia el N., en Urbasa y Andía, la nieve se ha adueñado del paisaje. La Peña de Unzúe se ha puesto un gorro blanco en su cima, anunciando la próxima Navidad. La sierra de Alaiz y la Valdorba serrana se suman con sus laderas a esta especie de gigantesco belén. Nos parece increíble poder disfrutar de algo tan sencillo y cercano.
Decidimos continuar. El camino comienza a descender y, antes de meternos en el pinar, por un pequeño portillo, bajamos al camino que va a Valditrés.





Aprovechamos unos registros del riego como mesas y sacamos los bocadillos. Son las 09,30 horas y ha llegado el momento de almorzar. Estamos al abrigo del cierzo y la pared rocosa que tenemos enfrente impone.
Nos vamos a Valditrés. Juanjo tiene interés en visitar la Laguna de Romerales para ver si le ha entrado agua. Dejamos a nuestra dcha. la cantera de Ros y tomamos el primer camino a la izda.








Hemos andado muchas veces por aquí, pero hoy el campo tiene algo especial. Los pinos, los sembrados y las isletas nos ofrecen una imagen distinta; única. El trayecto hasta la laguna no deja de asombrarnos por la belleza que ofrece.
Hace frío, el cielo está plomizo y, sin embargo, lo que nos rodea es inigualable.





A las 10,15 horas llegamos a Romerales. La balsa tiene agua. No pensábamos que tuviera tanta.
Siempre lo digo. En esta época, tanto El Saso como Romerales son zonas que hay que visitar, esté el tiempo como esté.
Los campos verdes, la balsa con agua y los cerros repletos de romero, forman un conjunto que vale la pena conocer.


Por la orilla del sembrado subimos hasta el camino que nos saca al vertedero. Con tierra buena han formado un pequeño montículo. Creemos que dentro de poco harán una repoblación y el paisaje se unificará.
Como dice Juanjo: Dentro de unos mil años harán excavaciones arqueológicas y estudiarán nuestra forma de vida, tan primitiva y a la vez consumista.
Ahora toca caminar por carretera. A las 10,45 horas llegamos al Caserío de la Laguna. Nunca hay nadie cuando pasamos por aquí, salvo unos perros malhumorados y chillones. Tengo ganas de ver otra vez el pequeño tentadero que hicieron en su interior.
Debajo del caserío, La Laguna está completamente seca. Nos parece increíble después de ver la de Romerales, ¿por qué está así?.





Salimos a la carretera de Miranda y llegamos a la fuente de Resano. Echa un chorro abundante, como en pleno invierno. No resisto la tentación y me echo un trago.
Por la orilla de la carretera nos dirigimos hacia el pueblo. El agua que sobra de la fuente, ruidosa y alegre, se encamina hacia la Laguna. Van a hacer falta muchos litros para llenarla.
Volvemos a tomar el camino junto al cementerio. Al pasar por Gallos Cantan, algunos caminantes, bien abrigados, llevan flores a sus familiares en Margalla. 
"Lindia: Enfermedad del trigo, conocido también como tizón: Pablo Estorgia pagó este agosto de 1757, doce robos de trigo por la pieza de Gallos Cantan, es muy puerco y tiene mucha lindia, dice que la ha dado la pieza, no vale a 4 reales" (Fernando Maiora)(Tafalla, del reino de Navarra)
Son las 11,30 horas. Entramos en el pueblo. El día ha empeorado. La nieve de los montes trae el viento frío. Nos despedimos en la "Moraleja" y nos deseamos feliz Navidad.


Este es el enlace para ver el recorrido. 
































































domingo, 11 de diciembre de 2011

La fuente de Los Angeles

Otro domingo que hay que escaparse de la niebla. Hoy está más cerrada que hace quince días. Por si acaso ya habíamos quedado en que nos recogieran Rosa y Juanjo con el coche, porque desde el sábado se preveía que no podríamos andar por Tafalla.

El día viene frío, invernal. Magán marca 5º y la farmacia 3º. A las 8 en punto nos montamos en el coche. Hoy nos vamos a la Fuente de los Angeles, en San Martín de Unx. Es un bosque de robles, enebros y encinos magnífico. Rosa y Juanjo no lo conocen y les va a sorprender gratamente.


A las 08,20 horas aparcamos a un par de kms. en la carretera que va a Ujué. Queda en pie un vetusto cartel indicativo del itinerario y, a diferencia de otros senderos, aquí los postes de madera se conservan en buen estado. También han colocado otros indicadores metálicos, más pequeños, de la ruta del vino.


Este recorrido está señalizado como el SL NA-175A. En la guía que editó el Consorcio de la Zona Media podemos leer: "Recorrido por un perdido y sorprendente bosque de robles y carrascas".





Por camino ancho, junto a una repoblación de pino comenzamos a ascender suavemente hasta llegar a una valla metálica. Hace unos años no estaba puesta y su colocación es una chapuza. Cierra el camino sin ningún miramiento.
La abrimos y pasamos. Aunque no haya ningún cartel, tenemos cuidado de volver a cerrarla.
El día está nublado. Vemos que, poco a poco, la niebla va entrando por la parte de Valdeconcejo.





Llegamos a una puerta metálica, la que conocíamos de siempre. Cuando la rebasamos, el paisaje empieza a cambiar. A nuestra izda. el bosque alterna las manchas rojizas de los robles con el verdor oscuro del encinar.




A menos de 15 kms. de Tafalla, poder adentrarte en un lugar así es un privilegio. Las esquilas del ganado, que por los excrementos, son caballos, rompen de vez en cuando la paz silenciosa.





Son las 08,50 horas. Llegamos a la fuente.


Solitaria y limpia, de su caño sale un hilo de agua. Todavía no se ha recuperado de los sofocos de este largo y seco verano. A pesar de su escaso caudal alimenta una profunda balsa; en sus orillas, las huellas de caballos y jabalíes se entremezclan en un caos de prisa y ansiedad.


A la fuente le hacen compañía tres robles de considerable tamaño; junto a ellos, los enebros y bojes descansan sobre el musgo y la hierba.


Nos ponemos a almorzar y contemplamos el increíble paisaje que tenemos delante. A nuestra dcha. la niebla entra con fuerza hacia la cima de Txutxu. Si hubiera estado despejado, habríamos intentado subir desde aquí.


Volviendo unos metros sobre nuestros pasos, una estrecha senda bien señalada asciende hasta el Corral de Medicoportal.




Está en ruinas y debió de tener su importancia. El cabezal de la entrada, de piedra, tiene bien labrado un agujero en el que giraba el gozne de la puerta. La construcción está en el carasol y desde allí se divisa la carretera que sube a Ujué.


Son las 09,30 horas. El sendero local ha marcado este itinerario en forma circular. Hay que seguir en dirección E., como indican las señales. Vamos descendiendo. La niebla, aunque poco densa, se está adueñando del campo. El camino tuerce en dirección a la carretera.

A nuestra izda. tenemos una larga pieza sembrada que recuerda la morrena de un glaciar. Su longitud es extraordinaria.

Llegamos a las ruinas de otro corral, que puede ser el del Puntido. Tiene una parte del techo hundido, pero merece la pena entrar a su interior. Conserva muy bien lo que suponemos serían las pilas donde comía el ganado.

Junto al camino Juanjo nos muestra una seta. Nos dice que es una "sullus granulatus". Comestible, pero de poco fundamento.

Estamos llegando al punto donde se encuentran los dos caminos; el que hemos tomado a la subida y éste que baja. A la izda., en un pequeño campo hay un membrillero al que se le han caído casi todos los frutos. En las manos, el aroma del membrillo aviva los recuerdos. Cuando éramos chavales y nos bañábamos en Recarte o en Macocha, los hortelanos del Congosto nos decían que no "mangáramos" membrillos porque eran malos para el corazón y nos podía dar un infarto. Lo bueno del caso es que el invento funcionaba y casi nadie se atrevía a echarles mano.


A las 10,45 horas llegamos al coche.


El día sigue frío y nublado. En San Martín está algo más limpio, pero cuando bajamos la cuesta de la Casilla, volvemos a entrar en la niebla.

Este es un buen enlace para ver el recorrido de la Fuente de los Angeles.

domingo, 4 de diciembre de 2011

En el rincón de Candaraiz


¡Por fin se ha ido la niebla! Hoy vamos a hacer una revisión de la 4ª etapa de la vuelta a las mugas. Ya nos dimos cuenta cuando pasamos desde La Sarda hasta la Cañada en el Saso de que no estábamos siguiendo las tablillas y mojones. En esa parte, la muga hace un pico de entrada hacia Larraga y, en su interior, se encuentra el Corral del Rincón.







El domingo pasado, huyendo de la niebla, tuvimos que irnos a Ujué. Hoy es otro cantar.

El lunes estuve con El Templao. Celebrábamos el cumpleaños de su biznieta Araia y merendamos un rato juntos. Se encuentra bien, pero me dijo que de salir los domingos, nada. Con engaños y mentiras traté de que cambiase de opinión, pero ni por ésas.

Son las 08,00 horas. Magán marca 5º y la farmacia 4º. En el cielo hay pocas nubes. Viene un día estupendo para andar. Recogemos a Rosa y Juanjo en su casa y con el coche nos vamos más allá de La Sarda, a la muga con Larraga.

A las 08,20 horas comenzamos a descender por la Cañada de Tauste. El día está limpio y claro.

En 15 minutos llegamos a la Lagunilla de Cascarruejos. Tiene poca agua. Va a hacer falta mucha lluvia para llenarla.






Siguiendo la Cañada, observamos enseguida cómo la muga va en dirección E. Caminamos siguiendo los mojones. Están muy separados unos de otros. Algunas tablillas han desaparecido y solamente quedan los postes que, oxidados y torcidos, nos obligan a usar los prismáticos para poder seguir la línea imaginaria que forma la muga.




A las 09,25 horas, en un pequeño cerro paramos a echar un bocado. La vista desde aquí es magnífica. Al fondo se distingue el Moncayo. Está completamente blanco. Me dice Juanjo que al portillo de su dcha. le llaman el Paso de Castilla. Era el collado que usaban los aragoneses para ir a Soria. Mucho más cerca de nosotros se encuentra Moncayuelo y, al O., entre dos cerros se alza majestuosa la torre de la iglesia de Lerín.




Seguimos nuestra ruta. La muga está bien trazada. Bajamos al llano. Estamos en medio de unas inmensas piezas sembradas de cebada. El campo es una enorme alfombra verde. Nos dirigimos hacia un cerro por el que continua la muga.

El barranco grande de Candaraiz nos pone muchas dificultades para cruzarlo. Es ancho y en algunos tramos comprobamos con los bastones que cubre hasta la rodilla. Buscamos y rebuscamos algún vado hasta que lo encontramos. No somos los únicos que lo utilizamos. Hay huellas de animales por todos los lados.

Cuando conseguimos pasar el barranco, en la ladera del cerro, nos paramos a contemplar lo que tenemos a nuestros pies.










Ahora, con las lluvias caídas en Noviembre, andar por Candaraiz no es andar por Candaraiz. Es adentrarte en un paisaje mágico donde el silencio es absoluto y el tiempo se ha parado. Todo es verde y suave. A lo lejos vemos a un cazador que debe de estar a la perdiz. Parece que no se atreve a disparar para no estropear el encanto.

"En 25 de Junio de 1788, Antonio Elorz, Salvador de Unzué y Joseph Flamarique , guardas juramentados, manifiestan que ayer tarde y a lo que serían entre cuatro y cinco de ella cogieron el ganado menudo de Don Juan José Cruzat, término de Candaraiz que lo custodiaba el padre del mayoral "Piti el Biejo", que no saben su nombre y apellido" (Fernando Maiora)(Tafalla, del reino de Navarra)

Las tablillas continúan por la orilla del barranco. Ahora nos explicamos porque no las vimos cuando pasamos por la cañada.

Atravesando un enorme sembrado llegamos a la carretera de Miranda. Son las 10,45 horas. Hemos completado la revisión de esta muga.








Por campos y pequeños barrancos nos vamos al Corral del Rincón. No lo conocemos y queremos visitarlo. Cuando nos vamos acercando, comentamos que tiene un aire al Corral de los Toros.








A las 11,15 horas llegamos al corral. En su interior hay un par de arcos de piedra imponentes. Una parte ha sido arreglada y, aunque no hay nadie, se ve que está en uso. A su dcha. apreciamos las ruinas del Corral de Moreno donde, también, disfrutamos de una mañana estupenda creyendo, erróneamente, que estábamos en el Rincón.








Salimos nuevamente a un camino y tomamos la cañada. Regresamos al coche. En un carasol, un aficionado a las setas va con botas poceras. Nos ve y viene a nuestro encuentro. Nos dice que está buscando setas de cardo, pero que no sale ninguna. No ha llovido a tiempo y ahora que se ha echado el frío será difícil que salgan. Juanjo le comenta que hemos visto algún boletus y alguna seta de pie azul, pero que están bastante pasadas.






Volvemos a pasar por Cascarruejos y nos acordamos de que tenemos pensada una visita en primavera.

Por el N. el cielo se está llenando de nubes. Anuncian agua para el lunes. A las 12,10 horas llegamos al coche.

Hemos pasado una mañana estupenda. Estamos cansados y con bastante barro, pero ha merecido la pena venir hasta aquí.


domingo, 27 de noviembre de 2011

Madroños en la niebla



Nuestra idea era haber ido hoy al Rincón de Candaraiz. Una vez terminada la vuelta a las mugas, tenemos pendiente una revisión de aquella zona porque, cuando pasamos por allí, no seguimos la muga en el pico que se mete hacia Larraga, sino que fuimos por la Cañada hasta entrar en el Saso.
Magán marca 3º y la farmacia 2º. A las 08,00 horas la niebla está agarrada con fuerza. Si en Tafalla está así, por la parte de Valditrés, donde queremos dejar el coche, todavía lo estará más. La proximidad del Arga hace que las nieblas se estanquen con más intensidad. ¿Solución? Nos vamos a Ujué, donde seguro que luce el sol. Intentaremos hacer el recorrido nº NA-177A del Sendero Local; es el Camino de las Pilas.
En la guía "Paseos por la zona media de Navarra" lo presentan así: "Itinerario que rememora el trayecto que hacían las mujeres de Ujué hasta el lavadero (las pilas de agua) de la localidad".



A las 08,20 horas aparcamos el coche en las ruinas de San Miguel. La ermita tiene una espadaña que nos recuerda a la entrada de Catalain. Sobre la puerta, a ambos lados del crismón, hay talladas una luna, en mengua, y un sol. Nos acordamos de Ortega, el especialista en románico, cuando nos enseñó y explicó todo lo de Echano, a los pies del pantano de Mairaga.
El cartel que señala el comienzo del itinerario de Las Pilas está destrozado. Fue una iniciativa estupenda la confección de una serie de recorridos por distintas localidades de la zona media, pero el paso del tiempo, la dejadez y, en algunas ocasiones, el vandalismo, terminó con aquel proyecto. Con el tiempo acabaron descatalogando los senderos porque faltaban postes y señales y ello ocasionaba numerosos problemas a los paseantes.



Comenzamos a descender por el camino que pensamos que corresponde al recorrido. A nuestra izda. tenemos un paisaje imponente. En el Carasol de Turtunbera los antiguos corrales proliferan. Los campos, que forman terrazas en la ladera del monte, están verdes . Por el encima del cresterío asoma la Peña de Izaga y a su dcha., el Pirineo se ha vestido de blanco para recibir al cercano invierno. El día es espléndido. Hace frío. Abajo, hacia la parte de Murillo el Fruto, la niebla tapa el paisaje.
Es la primera vez que caminamos por este lugar y el descubrimiento nos entusiasma. A la dcha. del camino hay un poblado pinar al que le están haciendo una limpia.
En la guía que editó el Consorcio de la Zona Media dice que el recorrido son 6 kms. y llevamos andados más de tres. Nos empieza a entrar el mosqueo de que vamos por un camino equivocado.
En nuestra dirección, se acerca un coche. Le hacemos gestos para que pare. El conductor da un frenazo y se baja con cara de extrañeza. Por el uniforme sabemos qué es. Le explicamos nuestras dudas y nos responde que poco nos puede ayudar porque él solamente es el guarda del coto y no es de Ujué. Con su mapa nos explica dónde estamos y nos señala la dirección a Murillo del Fruto.
Le decimos que somos de Tafalla y que hemos venido, como los guiris en verano, buscando el sol en Ujué. Resulta que él también es tafallés. Nieto de Candidín por más señas.
Nos cuenta que tiene un contrato para un par de meses y que su misión consiste en comprobar que todo el que caza sea socio del coto. Dice que hay un par de cuadrillas batiendo al jabalí, pero que están por otra zona. También controla que nadie mate más de tres perdices; sin embargo, el conejo está libre, aunque en Ujué no se ve.



Casi sin darnos cuenta entramos en la niebla y entonces se produce una sorpresa increíble.


A ambos lados del camino los arbustos de madroños son abundantes. Algunos frutos ya están maduros. Juanjo comenta que ahora se explica el dicho que recoge en uno de sus libros José Mª Iribarren, el fenomenal escritor costumbrista tudelano.

Los de Ujué son madrolleros (madroñeros),
los de San Martín, catatos.
Los de Olite son charrines y
los de Tafalla, fatos.

Los chopos esbeltos aparecen y desaparecen entre la niebla; es señal inequívoca de que estamos cerca del barranco. Al llegar pensamos que, a pesar de que su cauce es pequeño, será temible cuando entren las tormentas y bajen las barrancadas desde Turtunbera y Ardui.
Decidimos volver sobre nuestros pasos. El día aquí es invernal. La humedad de la niebla se cuela por cualquier rendija de nuestra ropa.
Son las 10,20 horas. Nuestras tripas hace rato que han dejado de protestar y ahora ya rugen. Sobre unas piedras, junto a pinos y madroños, reponemos fuerzas.
Subimos nuevamente y salimos de la niebla. Nos damos cuenta de que teníamos que haber cogido un desvío en la primera curva del camino. No nos importa. Tenemos pensado volver por aquí próximamente.


Enfrente nuestra la basílica luce primorosa su tejado recién estrenado. La vista desde aquí es distinta. El pueblo se agarra con fuerza a la ladera para no caer hasta el barranco, hoy invisible.
Dando las 12,00 horas en el santuario volvemos a San Miguel.



Antes de llegar a San Martín la niebla se adueña del paisaje. En Tafalla el día es invernal como a la mañana.



domingo, 20 de noviembre de 2011

La vuelta a las mugas (y VI)









Hoy vamos a terminar la vuelta a las mugas. Las cinco jornadas anteriores han sido inolvidables y la de hoy esperamos que no va a ser menos.

La mañana está fría. Magán marca 12º y la farmacia 11º. El cielo está muy nublado. Llevamos paraguas, aunque el agua la anuncian para la tarde.

A las 08,00 nos recogen Rosa y Juanjo con su coche y nos vamos hasta la muga en la carretera de San Martín. Traen también una enorme chapata que casi no cabe en el maletero. Hoy toca almorzar sardinas.
Son las 08,20 horas. Después de aparcar el coche junto al olivar de negrales o arbequinas, cruzamos la carretera y nos encaminamos hacia el canal.







Hay un túnel que lo atraviesa, que en realidad es un desagüe de las barrancadas que puedan bajar del monte. Nos adentramos en él y Juanjo bromea sobre la capacidad que tenemos de estar debajo del agua. Salimos al otro lado y tenemos enfrente el inmenso pinar de la Carravieja.





La muga forma una línea recta, que asciende casi verticalmente. Quedan restos de un viejo cercado con alambres de espino que se habría puesto para proteger la repoblación. Algunos mojones están en pie todavía. Tienen bien labradas las letras T y SMU, para que no queden dudas.
"Carravieja: Los ganados de lanas que las aprovechaban (las hierbas) se recogían en corrales del término. El concejo concedía igualmente la leña por arriendo (año 1681). En el carasol abundó el viñedo y hubo algunos abejares. Actualmente hay plantación de pino en la banda más alta. Por la parte baja y más llana lo corre longitudinalmente la carretera de San Martín de Unx. Lo cruzan perpendicularmente algunos barrancos, como el de la Garganta y el de Rentería, que descienden a Valmayor y forman este llano aluvial por arrastres de tierras" (J.M. Jimeno Jurío) (Toponimia Histórico-Etnográfica de Tafalla).
La subida es penosa. La cuesta se hace interminable y tenemos que pararnos cada poco rato.
El Templao, cuando el camino se ponía como hoy, se paraba y siempre decía lo mismo: "Voy a contemplar el paisaje".
Donde el pinar abre un claro, nos sentamos para recuperar el resuello. La vista que tenemos hacia el S. es una maravilla. Los viñedos, cobrizos, compiten en belleza con los verdes sembrados. El canal, como una cicatriz blanca en medio del paisaje, se aleja por detrás de la Cuesta de la Casilla, buscando nuevas tierras y cultivos.





En el rastrojo que da paso al pinar un inmenso setal se alimenta de los restos de la última cosecha. Juanjo, que es un buen aficionado, conoce estas setas. Son micro-lepiotas. A pesar de su aspecto humilde e ingenuo, son venenosas. Las miramos con respeto.
A las 09,15 horas estamos arriba de la Carravieja. El viento viene de sur. El paisaje obliga a parar. Casi de frente tenemos lo que queda del caserío de Pozuelo. A su dcha. los pinares de Santa Zita. Las ruinas del Caserío de Goyena vigilan Valgorra. El campo parece aletargado.
Junto a un molino, buscando abrigo del bochorno, paramos a almorzar. Son las 09,30 horas. Hay que reponer fuerzas, la subida hasta aquí ha sido antológica.







Mientras almorzamos, limpiándonos los dedos pringosos de aceite, consultamos el mapa desplegable que ha preparado Juanjo. Localizamos las tablillas que nos llevarán hasa "las cuatro mugas".
Comenzamos a descender. Un cazador nos dice que a nuestra dcha. tenemos el camino, pero le explicamos que vamos siguiendo la muga y que mientras podamos iremos campo a través. Nos desea suerte. Nosotros también a él y, por lo bajini, también a los conejos y perdices.
Pasamos por detrás de la caseta de los Marios. Las viñas que había a su alrededor han dado paso al cereal. Comenzamos a subir, suavemente, hasta llegar a la subestación del parque eólico. Al abrigo del cierzo, han plantado una gran cantidad de romero y está en flor. Nuestras mujeres no pueden resistir la tentación de llevarse algunas ramas.







A las 11,00 horas llegamos al mojón de las Cuatro Mugas. Estamos en otro punto clave del término: Tafalla, San Martín, Sansoain y Pueyo. Nos acordamos de las tres mugas bajando hacia la Sarda y también encima de la cañada, en el Saso.
Por el camino arreglado, vamos en dirección al Alto de la Guindilla. No subimos a él porque la muga continúa hacia la dcha. Cuando el camino empieza a descender, el altímetro marca 613 mts. Ya dije en otra ocasión que éste era el segundo "techo" de Tafalla.
Dos cazadores y un perrico nos adelantan. Con la escopeta en brazos caminan deprisa. Aunque vemos las tablillas, nos indican por donde sigue la muga. Ellos lo tienen claro; no pueden salirse de su coto.





Son las 11,30 horas. Estamos descendiendo por la orilla del barranco de Valdelobos.
"Una mañana madrugué, fui a misa, no vi lobo alguno, ni cosa que se le pareciese, pero encontré a Donato montado en su burro que si no iba a segar iría a escardar, si estábamos en la época de uno u otro de aquellos trabajos. No me consoló Donato de la ausencia del lobo, estimando que el uno no valía el otro, y furiosa me presenté en casa de Miguela para reprochárselo con la mayor insolencia que pude. -Embaucadora, bolera, me la has "dau" de puño con tu historia del lobo, y aquí me tienes molida a causa del madrugón. (...) ¿Y quién te ha dicho que los lobos se pasean por los pueblos así como así y en cualquier día del año? Lo que te conté pasó cuando yo era niña y en un invierno todo de nieve y hielo en que los animales no encontraban nada para comer. El lobo buscaba seguramente un cabritico, un pollo, una gallina , o una muetica como tú para hincarle el diente... (María del Villar)(La Carpia, su burro y yo).


Oímos ladrar al perrico y después un tiro. Los cazadores están lejos, así que no sabemos si habrá caído un conejo al morral o se habrá librado por los pelos. El paisaje ha cambiado mucho desde que estuvimos por aquí en julio de este año.
Tenemos un obstáculo enorme para continuar por la muga. La autopista. Por eso decidimos meternos un poco en término de Pueyo y cruzarla por el puente más próximo.




Tomamos otra vez la dirección S. para buscar la muga. La encontramos. Tenemos a nuestros pies un desmonte descomunal. Es el terreno de donde se extraía la arcilla para la tejería.





Continuando por la muga llegamos a la carretera de Pamplona. Bajamos a ella y nos paramos en el mojón que está en la orilla de la parte del Congosto. Son las 12,10 horas. Con dificultad se puede leer a un lado "término de Pueyo" y al otro "término de Tafalla". Hemos terminado la vuelta a las mugas. Nos quedaría cruzar el Cidacos y salir al camino de Macocha, pero en este tiempo el río ya ha movido y no merece la pena hacer el "pato".




Ahora hay que acordarse de los amigos que se fueron. Estas son las botas de Nicolás Ciérvide. Me pasó la foto su hija Esperanza. Hace más de veinticinco años, organizó esta vuelta en tres etapas. El Templao y yo tuvimos el privilegio de acompañarle.
También quiero agradecer a Tomás, consuegro de Nicolás, el haberme facilitado el croquis y los datos de la siguiente vez que recorrieron las mugas en cinco etapas. Gracias a los dos.



La vuelta a las mugas (y VI) at EveryTrail
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